Hoy se cumplen exactamente 90 años desde aquel día en que Josemaría Escrivá, comprendió con toda claridad la misión para la que Dios, con sabia pedagogía, lo venía preparando desde el día de su nacimiento. Ese martes 2 de octubre de 1928, en Madrid, Josemaría, sacerdote aragonés de 26 años, se encontraba haciendo unos Ejercicios Espirituales en el Convento de los Padres de San Vicente de Paul, cuando de pronto, examinando unos apuntes en su habitación, recibió una luz divina que portaba un mensaje, una solicitud de Dios, amable a la vez que urgente.
El sacerdote conmovido se arrodilló y, como un día lo hizo la Virgen María, respondió de inmediato con un “cúmplase”, con un sí a la voluntad de Dios, que le manifestaba cuál sería en adelante su misión. Nacía así el Opus Dei, que vendría a cambiar, de inmediato, su vida y luego la de miles de personas alrededor del mundo.
El Fundador, hoy San Josemaría, describe ese momento como un “ver” -ese es el verbo que empleaba- , con toda claridad y detalle lo que Dios quería de él: ser el instrumento para recordar a todos los hombres y mujeres que, por el sólo hecho de estar bautizados, estamos llamados a ser santos, como nos lo recuerda San Pedro en su primera carta: “así como es santo el que os llamó, sed también vosotros santos”.
El encargo recibido, “viejo como el Evangelio y como el Evangelio nuevo”, venía a recordar aquello que para los primeros cristianos fue siempre muy claro: que la santidad es un camino para todos, que se logra cada día a través del “cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano”, que deben convertirse en ocasión para amar a Dios y al prójimo; que la vida cristiana se vive medio de los trajines del mundo, en medio del ruido de la calle, en el hogar donde vive la familia y en las jornadas donde los hombres y mujeres se cansan trabajando. “Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir.
Hoy el Opus Dei es una Prelatura Personal de la Iglesia Católica, con cerca de 80.000 personas en los cinco continentes, de ellas casi 1600 son sacerdotes. Del total de fieles la mitad son mujeres y la mitad hombres.
Abelardo González Alvarado
Profesor Colegio Pinares