Opinión

De memoria y Derechos Humanos

Por: Diario Concepción 19 de Septiembre 2018
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado
Magíster Filosofía Moral

“Los 10 cautivos rohingya estaban atados de manos por la espalda y unidos entre ellos por una cuerda, mientras observaban a un grupo de budistas que cavaban su sepultura. Es el 02 de Septiembre por la mañana. Instantes después los 10 serían asesinados, dos de ellos por los golpes de machete asestados por los campesinos budistas, los otros por las balas de los soldados”. Así parte la investigación realizada por los periodistas birmanos Wa Lone (32) y Kyaw Soe Oo (28), quienes fueron condenados a 7 años de prisión por el delito de “violación de secreto de Estado” al divulgar la masacre que tuvo lugar en la localidad birmana de Inn Din el año 2017.

Según uno de los ejecutores: “Era una tumba para los 10 hombres. Cuando fueron enterrados, algunos todavía gritaban”. Las víctimas fueron elegidas de entre 300 rohingya que huían buscando refugio en Bangladesh. En la investigación consta la declaración de Rehana Kathun que dice: “Mi marido ya está muerto. Desapareció para siempre. Hoy, sólo pido justicia por su asesinato”. Uno de los colaboradores de los periodistas refiere: “yo sólo quiero ser transparente en este asunto, no quiero que esto vuelva a ocurrir en el futuro”. Las fuerzas armadas birmanas confirmaron el suceso y sostuvieron que habían ajusticiado a 10 “terroristas” musulmanes, preguntándose “¿si un ataque de estos sujetos hubiese tenido lugar en los países europeos, en Estados Unidos, en Londres, Nueva York, Washington, que dirían los medios?”.

Birmania está bien lejos y son pocos los que saben quienes son los Rohingya, pero si tenemos una noción, a mi juicio muy superficial, de lo que son los derechos humanos. Vivimos el odio por razones políticas y lo que esto acarrea. Nos consta como la institucionalidad judicial, militar y policial puede ser instrumentalizada para la violación de los derechos fundamentales. Como incluso ciertos órganos financiados por el Estado hoy relativizan su vigencia, invocándolos sólo para algunos, guardando un silencio repugnante cuando se ataca y se lesiona los de quienes piensan distinto, ideologizando algo que debe ser de todos, no importando el color, la bandera ni el uniforme de sus víctimas. Como siempre, unos pocos alzan su voz y denuncian estos crímenes asumiendo las consecuencias. La memoria es la que nos permite recordar que así como el genocidio, la tortura y la desaparición de seres humanos han ocurrido en nuestro país, sigue aconteciendo en otras partes del mundo y por más indiferencia que demostremos, nada impide que por ignorantes e indolentes esto vuelva a pasar de nuevo, por olvidar. La justicia no puede ser en la medida de lo posible.

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