Opinión

La hora de tomar las cosas en serio

Por: Procopio 18 de Septiembre 2018

Primero fueron las noticias que subían las deudas de los grandes canales televisivos, después aquellas de rostros famosos que abandonaban las pantallas. Se sigue con un resultado un tanto sorpresivo; los programas denominados de farándula en la televisión muestran índices de deterioro, han bajado sus indicadores de audiencia, el único pecado imperdonable en nuestro medio, no los indicadores de calidad, lo que sería exactamente lo de menos, si los primeros fueran más alentadores. Para el universo de seres que viven de la minucia, de la desgracia ajena, del morbo, del comentario mal intencionado, del desnudamiento de la privacidad, es esta una pésima noticia.

Nunca fue una noticia mala las constantes quejas de muchos telespectadores por los contenidos y el dudoso aporte de ese tipo de programas, que ocupan largos períodos de horario estelar, ni lo fueron las críticas al círculo vicioso de la atractiva llamada a los deseos menos defendibles de los humanos, a los instintos menos decorativos de nuestra personalidad. A la permanente invitación a olvidar los valores más nobles, por trabajosos, y adoptar un modo de vida hedonista e irresponsable, nominando de paso una serie interminable y siempre renovada de personajes sospechosos como los nuevos modelos de inspiración para los capturados por la pantalla mágica, poseídos a nivel hipnótico.

El argumento de perseverar en la exploración de la miseria humana por su alta convocatoria, es aceptar que los medios no sirven sino para seguir el camino más expedito, en vez de invertir inteligencia en mejorar a las personas, ennoblecer sus intereses, dar contenidos valiosos para el crecimiento personal, la televisión puede enriquecer la cultura de todos, lo que no quiere decir que estemos obligados a morirnos de puro aburridos

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