Opinión

Los niños que estaban aquí

Por: Procopio 11 de Septiembre 2018

Sabemos más de pirámides y el río Nilo, que de rucas y el Bío Bío, alguien decidió que era de mal tono andar enseñando cosas de pueblos originarios, por mucho que anduvieran por ahí en cantidades considerables, complejos de pueblo nuevo y mixto que quisiera ser más cosmopolita que propiamente chileno.

Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, no tenía tantos remilgos y tiene una estrofa muy lúcida describiendo como los araucanos educaban a los niños estimulando la competencia y la agilidad. Más cercanamente nuestro, aunque no demasiado del observador anterior,   Juan Ignacio Molina, refiriéndose a esa modalidades de enseñanza, escribe: “Cuando estas criaturas principian a caminar, lo que hacen muy presto, no les ponen ni corpiños ni otras ataduras, los tienen ligeramente vestidos y los dejan andar por todas partes y comer de todas las cosas. Formándose así por ellos mismos, resultan bien hechos y menos expuestos a las enfermedades que trae consigo la delicadeza de la educación”.

A los niños se les enseñaba desde pequeños una conducta social. Aprendían a ayudar a sus padres y a sus hermanitos, a saludar dando la mano y a callar cuando hablaban los grandes. El padre Rosales cronista español, autor de la Historia general del Reyno de Chile. Que había sido capellán de ejército durante el Gobierno de Francisco Laso de la Vega y que estuvo donde las papas quemaban, en arriesgadas misiones en territorio enemigo, tuvo de paso conocimiento de la lengua y de las costumbres de los mapuche, escribe: “Lo que más enseñan a sus hijos e hijas es a hablar en público y a aprender el arte de la retórica para hacer parlamento y exhortaciones en la guerra y paz”. No demasiado lejano de las primeras cosas que se enseñan hoy, solo que ahora hay enseñanzas sin filtro que llega de todas partes, más allá del bien y el mal.

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