Opinión

El abecedario de la democracia

Por: Procopio 17 de Agosto 2018

En el ideario colectivo, es posible que estén presentes algunas imágenes de la revolución francesa; la ácida crítica al sistema imperante por periódicos incendiarios de corta duración y de cáustica pluma, acompañados de ilustradoras caricaturas, sobre el papel de los personajes que estaban motivando una de las conflagraciones sociales más significativas de la historia. Se ilustraba una pirámide de seres humanos en cuya cúspide está el rey y  los elegantes  miembros de la nobleza,  más abajo, miembros de la alta burguesía y en la base, con vestimentas misérrimas,  el gran número de personas anónimas que representaban al pueblo, a cargo del sustento de toda la estructura superior.

Es esa conformación la que los políticos y autoridades gubernamentales tienden a olvidar, que hay un pueblo numeroso que requiere de una conducción eficiente para conseguir sus metas colectivas, el genéricamente conocido bien común, a diferencia del esquema que hizo rodar cabezas bajo el lema de libertad, igualdad y  fraternidad. Que se deben al esfuerzo colectivo de la ciudadanía que les puso allí para el mejor funcionamiento de la sociedad, en contraste con la pirámide francesa en la cual la distribución de los roles se había hecho en otras dimensiones del derecho, ahora inaceptables.

La ciudadanía tiene entonces todo el derecho a expresar su disconformidad por los medios que la ley contempla, entre estos su participación en consultas de opinión, las ahora muy utilizadas encuestas, una suerte de ágil termómetro que permite auscultar el estado del cuerpo social frente a cada episodio relevante en el acontecer nacional.

El actual ciudadano no necesita que rueden cabezas, más bien que éstas les ayuden a cumplir sus sueños, gobernar para el bien de todos, no solo para poder seguir gobernando

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