Opinión

La conversión de Francisco

Por: Diario Concepción 21 de Junio 2018
Fotografía: Archivo

Arnoldo Pacheco Silva
Historiador

El informe de monseñor Scicluna y del reverendo Bertomeu, preparado una vez realizada la “misión de escucha” encargada por el Papa para indagar antecedentes de verosimilitud sobre las acusaciones contra el obispo Barros, fue elaborado concienzudamente después de escuchar las declaraciones de 64 personas respecto sobre los abusos sexuales, pero en la práctica el objetivo se fue ampliando, en la medida que surgían nuevos testimonios tras la variedad de entrevistas, hasta emerger una nueva faceta del problema, consistente en descubrir que hubo una falta de empatía por parte de la jerarquía para escuchar y acompañar a las víctimas, de tal forma que el escrito final en su relato y consideraciones provocó en Francisco un hondo efecto, quedando “profundamente abrumado al constatar el inmenso dolor de numerosas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales”.

En la medida que Francisco se adentraba en la lectura del informe podía comprender, sentir y, por ende, luego comunicar en una carta a los obispos, redactada en su peculiar estilo, que existen “muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza”. Francisco, había sido tocado por el dolor de los otros, de aquellos que habían perdido la esperanza de ser escuchados y comprendidos; después de tres grandes equivocaciones, hace un giro radical en su postura personal y pastoral, abriéndose a convocar a los obispos para que en conjunto puedan restablecer la justicia y la verdad. Al mismo tiempo, extiende previamente una invitación a las tres víctimas del caso Karadima.

Cambio muy revelador, que nos hace comprender mejor el sentido de la práctica del cargo del Papado, que por la complejidad de los nuevos tiempos, debiera tener un ejercicio más colegiado en la reflexión y en el uso de su autoridad; como asimismo, se debiera observar y reflexionar respecto al uso del poder en los obispos y sacerdotes, que perfectamente debiera democratizarse mediante un diálogo permanente con el resto del Pueblo de Dios. En cuanto al cargo del pontificado ejercido por Francisco, se advierte, que a diferencia de sus predecesores, no ha puesto el énfasis en lo teológico y doctrinario únicamente, sino que principalmente en la labor misionera y pastoral en el mundo, asunto que exige una mayor participación de especialistas, por la complejidad de los problemas humanos que nos aqueja en el mundo de hoy.

También nos puede llamar la atención, volviendo nuestra mirada hacia los albores de la Iglesia y recurriendo de nuevo a la analogía entre Pedro, que negó tres veces a Jesús, con la del Papa actual, podríamos imaginarnos que frente a este problema de abusos, Jesús inspiró a Scicluna para corregir a Francisco cuando éste se equivoca por tercera vez y exclama con ardor: “todo es calumnia”, para referirse al caso Barros. ¿Estamos en una situación en que su autoridad pastoral es remecida, para dar paso a un Francisco que pide perdón? Pensamos que así fue. Siendo la máxima autoridad, el Pontífice, es estremecido por un hermano, Scicluna, que le recuerda que hay que tener delicadeza con las víctimas, acogerlas y escucharlas.

Es en ese momento, cuando Francisco pide perdón a las víctimas, se liberó de las ataduras de sus errores y cambió su mirada pastoral. Convoca a los obispos y les entrega una carta de reflexión para invitarlos a renovar su práctica eclesial, a reconocer que no han acogido y acompañado a las víctimas y que tienen que recobrar su espíritu profético. El problema no es sólo si mantienen el cargo o no, sino cómo se renuevan frente a esta crisis. Tienen que recuperar el espíritu de su misión o de otra forma no tiene sentido revestirse y mantener su autoridad eclesial.

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