Opinión

Civilizados y salvajes

Por: Diario Concepción 05 de Mayo 2018
Fotografía: Cedida

Invitado por la Fundación para el Progreso, uno de los escritores más importantes de Latinoamérica y el mundo, el premio Nobel Mario Vargas Llosa, se presentó el miércoles en el Hotel W de Santiago, para hablar en extenso de “qué es ser liberal”. Como suele suceder en estos casos, lo más noticioso de su visita no fue el fondo de su ponencia, sino una enérgica respuesta a su interlocutor, que dejó en evidencia un lastre muy pesado para la derecha chilena, que debe apresurarse en abandonar y superar si pretende acortar trecho con el liberalismo moderno de otras latitudes.

Recordemos su aplaudida intervención: “Esa pregunta yo no te la acepto. No la acepto porque parte de una cierta toma de posición previa de que hay dictaduras buenas o menos malas. ¡No!_Las dictaduras  son todas malas. Algunas pueden traer beneficios económicos a ciertos sectores, pero el precio que se paga por eso es intolerable. Entrar en esa dinámica es un juego peligroso que nos conduce a aceptar que, en algunos casos, una dictadura es aceptable y eso no es verdad. ¡Todas las dictaduras son inaceptables!”.

Un colofón inesperado para una jornada donde nos recordó algunas ideas clave de su último libro, aplicable no sólo a las dictaduras, sino también a la respuesta natural de muchos ciudadanos, que ante horrendos casos de crímenes y abusos, especialmente contra los más débiles, claman por el retorno de la pena capital, del baño en ácido, de la castración o la tortura hasta la muerte. Y es que, cuando la rabia se instala, lo más instintivo es volver a la barbarie. Lo difícil es mantener la sensatez para continuar con el Estado de Derecho, base de toda nación civilizada._

Ahí nos recordó el Nobel que “detrás de un civilizado siempre hay un salvaje”. Lo importante entonces es  no rendirse ante las pasiones de la tribu, pues volver a la barbarie cuesta bien poco.

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