Opinión

No todas las cosas son para la risa

Por: Procopio 18 de Marzo 2018

Es deseable, dicen los que  tienen una opinión sobre cualquier cosa que ocurra en este planeta o en sus áreas próximas, que los profesores tengan sentido del humor. Lo cual, dicho de paso, parece una idea defendible, el sentido del humor es un excelente sentido, con propiedades terapéuticas incluso.

Ya en este punto es necesario acotar que entre las características del sentido del humor, está aquella de tener una indefinible capacidad para encontrar el momento justo y el control más exquisito del significado y de la circunstancia. Es una rara habilidad altamente cultivable y por lo general asociada a cultura y lenguaje. Sin aquello el humor es más bien de chascarro o propio de circo de una a varias pistas.

Los nuevos estudiantes de la educación superior, egresados de la enseñanza media con experiencia relativa en esto de los profesores graciosos, se encontrarán con un nuevo universo de académicos con sentido del humor, incluso con no pocos estudiantes con su particular concepto de lo que es humorístico. En el escenario de la educación terciaria, las vulnerabilidades  de los que son objeto de  esta experiencia pueden ser dignas de tomar en cuenta.

El asunto es que para utilizar esa modalidad de comunicación tiene que haber un momento propicio y en los tiempos que corren se emplea más bien el humor más básico, ese que puede encontrarse escrito en algunas sufridas paredes, o recurriendo a un vocabulario florido y creativo, pero inaceptable. Hay  diferencia entre la ironía fina, que requiere fuertes dosis de inteligencia y la crueldad del sarcasmo, más parecido a los puñetazos.

El sentido del humor es de sintonía fina, de a poco los graciosos autodenominados pueden descubrir que no están haciendo reír a nadie.

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