Opinión

Vulgaridad y prepotencia

Por: Procopio 28 de Febrero 2018

En realidad no era causa de asombro, más bien de irritación al verificar la persistencia de la grosería en un tenista ensoberbecido y adicto al lenguaje coprolálico, cuya juventud lejana habría hecho esperar de él la existencia de un filtro de mayor exigencia.

Para los antiguos, en aumento notable, definitivamente las cosas no son como eran, ha de ser unos de los comentarios más repetidos al observar la evolución de la sociedad, en este caso los modos y usos de las relaciones interpersonales de los jóvenes, y, lamentablemente de otros no tan jóvenes, y que ni siquiera tienen ese atenuante.

Una de esas características discutibles es el lenguaje vulgar, el uso abundante y reiterado de groserías de grueso calibre, empleadas por jóvenes de ambos sexos, sin remilgos y en cualquier parte, en estado de  aparente inocencia relativa a los significados. Otro idioma, con implicancias atenuadas, pero no así para quien lo escucha y que no pertenece a esa cultura.

Se informó, hace un par de años, que un alumno de un colegio en Calama, fue castigado por su profesora con el decimonónico proceso de lavar la boca con jabón, frente a todo el curso, al haber emitido el primero garabatos en clase, según denunció la madre del menor. La apoderada reconoció la calidad de la docente y ésta su error.  La directora del colegio indicóin que pusieron a disposición del alumno al equipo de profesionales sicosociales de la escuela. Los garabatos no parecen inquietar a nadie.

No fue un recto proceder de la profesora, a lo mejor no ha logrado acostumbrarse a la nueva riqueza del lenguaje, o reaccionó como era clásico, pero ahora inaceptable. Aparentemente no ha habido daños mayores, pero caminando por allí, más de alguien habrá querido tener jabón a mano.

 

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