Opinión

El río que miramos en menos

Por: Procopio 27 de Febrero 2018

Hay característica geográficas que son más famosas que otras a la hora de marcar a diferencia, son usadas como referencia a veces con tanta fuerza que ahorran mayores cometarios, pueden ser ríos, lagunas, cerros aislados y visibles, una gran roca, una profunda quebrada.

El río Sena, por ejemplo, pasa por muchas partes, pero no sería lo mismo sin su asociación con París, ciudad con la que termina por confundirse, con ella y con su historia. Es que el concepto de paisajismo debería defenderse solo, especialmente en sectores importantes de las ciudades, como pasa a la entrada, difícilmente se puede encontrar una razón para descuidar el aspecto de los caminos o carretas que ingresan a las ciudades, ya que son como emisarios anticipados para el visitante en cuanto a que es dable esperar de la comunidad a la cual está por llegar.

Por estos lados tenemos, a falta de uno, muchos, lagunas, cerros y  ríos y de estos uno olvidado, que también se encentra en una de las puertas, la otra entrada, antigua y casi perdida donde está el Puente Andalién, que  conecta la carretera desde Penco a Concepción por la calle Camilo Henríquez, una estructura noble, maltratada sin escrúpulos, convertido en semiruina, sino fuera porque insiste en seguir siendo útil.

Su destino está unido al río también dejado de mano, el Andalién, cuyo nombre está asociado a la conquista del territorio por Pedro de Valdivia y la lucha feroz e indeclinable de miles de mapuche liderados por sucesivos lonkos, a cual más empecinado en sacarlo de aquí, es decir historia viva. Que incluye una batalla donde Valdivia se jugó el pellejo y donde decide- soldado que huye sirve para otra vez- ir a Penco. Pasó en Andalién, transformado por amnesia en olvidado traspatio.

 

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