Opinión

Llevar el cerebro en el bolsillo

Por: Procopio 25 de Enero 2018

Es una escena frecuente, en cualquier café, una pareja, el ambiente quieto y romántico, fascinados, pero no el uno con el otro,  sino cada uno con la pequeña y luminosa pantalla de su teléfono celular, inmersos cada quien en una realidad distinta, ya que sus expresiones son diferentes, según lo que en cada pantalla aparece, juntos pero no revueltos.

Se puede uno acomodar, aunque no muy cómodamente, a la pérdida de alguna parte del cuerpo, de un brazo, de una pierna, hay recursos ahora para reemplazos ortopédicos o implantológicos cada vez más eficientes, lo que no se puede hacer todavía, es el cambio de cerebro, no hay modo de eliminar sin daño ese centro de gobierno y la razón ser de la especia humana como la conocemos. Es quien le envía señales al cuerpo para sacarnos a pasear, para hacer tareas, para practicar deportes, el que regula como funcionamos, muchas veces sin que tengamos conciencia de lo que sucede. El que está a cargo de llevar la memoria de nuestras vidas y usarla, incluso sin que nos demos cuenta para evitarnos papelones.

Hasta aquí no había tenido rival, pero le ha urgido un competidor, una nueva forma de cerebro, cada día más complejo, con un lenguaje distinto, con mensajes múltiples e irresistibles, con señales perentorias que obligan al cuerpo acostumbrado a recibir órdenes de otro lado, ahora las instrucciones, mediante señales electrónicas, salen de un artefacto imperioso y omnipresente.

En otros tiempos, la pareja en cuestión obedecía cada quien a sus propios e íntimos mensajes y así habían llegado a conocerse, para seguirse conociendo,  la pareja en la mesa del café es manipulada por fuerzas que les separan. Sacar la vista de la pantalla, es un  ejercicio extremo aunque indispensable para volverse a encontrar.

 

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