Hay sabios para todo, buenos sabios, que hacen cosas estupendas y sabios ruines, que dejan las cosas mucho peor que lo que estaban, pero de esa lucha entre el bien y el mal surgen verdades incuestionables, que de a poco se instalan para hacer del mundo un lugar más grato para vivir. El cuidado de los árboles puede ser de esos temas en cuestión, hace muchos años tratar bien a los árboles era consustancial con la educación de los niños, había que ser particularmente desalmado para agredir a alguno de estos nobles seres vivos.
Se ha informado, según un estudio del servicio forestal de Estados Unidos, que los árboles consiguen salvar 850 vidas al año en ese país y prevenir 670.000 casos de síntomas respiratorios agudos, al reducir notablemente la contaminación del aire. Así, mientras mayor el número de árboles, menor contaminación y a mayor concentración de población humana, mayores beneficios de los árboles para la salud colectiva.
En sentido contrario a este reconocido factor de protección, el planeta Tierra muestra progresivo deterioro de su masa arbórea, la deforestación, los incendios forestales, tormentas de viento y los insectos son los principales motivos de la desaparición de bosques. Las imágenes satelitales muestran que mientras Brasil redujo su tasa de deforestación de aproximadamente 40.000 kilómetros cuadrados al año, a unos 20.000 kilómetros cuadrados. Indonesia duplicó la deforestación que ha venido haciendo.
En Chile falta todavía el debido respeto a los árboles, se les puede cortar con cualquier excusa, no hay posibilidad de vigilancia efectiva, salvo daño masivo. Mientras tanto, a nivel personal, no cuesta mucho plantar un árbol, requiere poco cuidarlo y no termina de hacernos favores, como dejarnos un lugar bajo la sombra.
PROCOPIO