Opinión

De política y Estado

Por: Diario Concepción 13 de Diciembre 2017
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Por: Andrés Cruz Carrasco
Abogado, Magister en Filosofía Moral

Freud hablaba del “narcisismo de las diferencias”. Es decir, frente a dos alternativas, se exageran las particularidades, hasta transformarlas en caricaturas. Hablar de planificación centralizada en materia económica es algo tan insostenible como pretender levantar un sistema de mercado desregulado.

Con la desaparición de los grandes partidos y de las ideologías claramente perfiladas, se tiende a optar por las cualidades personales de los líderes políticos, resaltando aspectos como la confianza, la credibilidad, la honestidad o la competencia. Pero nos olvidamos que no es una persona la que puede gobernar, sino que grupos de individuos.

Hay que prestar atención a lo que ocurre detrás del escenario para lograr dilucidar quienes son los que realmente tomarán las decisiones. Cuando se habla de austeridad en el ámbito público, lo que puede aparecer como muy razonable, hay costos sociales enormes involucrados que exigen un diseño responsable.

Debemos considerar los espectaculares beneficios obtenidos por el sector privado (en el ámbito bancario, financiero, de pensiones, etc.), que pese a que hacen gárgaras con el mercado libre, son los primeros en correr detrás del socorro del tan detestado Estado para ser auxiliados en períodos de crisis.

Son los mismos que se aprovechan de su fuerza coercitiva para obtener más ingresos. Sólo a modo de ejemplo, la imposición que se ha hecho pesar sobre los trabajadores independientes para cotizar de manera obligatoria, siendo una entidad pública la que obrará como recaudador de dinero para engrosar las arcas de la empresa privada de pensiones y entrar a formar parte de cientos de miles de insatisfechos ciudadanos que de manera compulsiva deben entregar parte de sus ingresos a individuos que nunca conocerán y que especularán sin asumir ningún riesgo con el resultado de su trabajo.

No se trata de más o menos Estado, no debemos confundir lo público con lo estatal, que hemos visto puede estar al servicio de unos pocos intereses privados, en desmedro de una masa asalariada y de pequeños empresarios y trabajadores independientes a los que hace harto tiempo le metieron las manos en los bolsillos, sin tener acceso a la enorme cantidad de prerrogativas fiscales y de medios para construir ficciones jurídicas que les permitan evadir impuestos.

El objetivo es levantar una nueva concepción del Estado, pero en especial de lo que es público, que estimule un mercado dirigido a mejorar el bienestar colectivo y no las espurias pretensiones de unos pocos sujetos acomodados.

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