Opinión

Viejito Pascuero: aquí hay uno que no hizo las tareas

Por: Paulo Inostroza 11 de Diciembre 2017
Fotografía: Raphael Sierra P.

El campeón es de Santiago, otra vez, pero no significa que acá nadie haya hecho las cosas bien. Llega el momento de hacer la carta de fin de año y reconocer si nos portamos bien, si cumplimos, si hicimos las tareas. Si estamos en condiciones de pedir algo. Bueno, hay unos curiosos que se metieron al ropero del papá anticipadamente y ya vieron qué les toca de regalo. Lo hicieron en noviembre, con un 5-0 que abrió el papel de regalo sin querer. Bueno, no se aguantaban la curiosidad después de 9 años sin encontrar nada bajo el árbol.

Y si los niños de allá por Manquimávida están contentos, mostrando sus regalos al vecino para sacar pica, también habrá presentes para los muchachos del puerto. Seguramente austeros, porque allá no sobran las lucas y los papás no pagan ni la mesada. Se han portado bien todo el año y con suerte les mandaron la colación en un pote donde llegaba todo frío. Como sea, ellos no son de pedir cosas caras, ni andan pensando en la tablet para ser los populares del curso. Se conforman con una cena rica, preparada con cariño y compartiendo con la familia. Y al otro día, lo de siempre, sacar el único balón que hay en el barrio, el del vecino de la 37, y jugar a la pelota. Con eso son felices.

También están los chicos del barrio universitario, que son súper pillos. Porque se portaron bien los primeros meses y el papá les prometió el premio para fin de año. Error de primerizo. El segundo semestre salvaron los ramos a punta de puros cuatros, ordenaron la pieza de mala gana y ahora están pidiendo lo que les prometieron. Porque igual la palabra es la palabra. Y como en la vida nada se regala, en el colegio están en la etapa de las coeficientes dos y ahí es todo o nada. Hora de que el papá suba la apuesta porque las cosas se complicaron: “si te va bien, nos vamos de viaje”. Y ahí está el niño tomando los cuadernos a última hora, repasando toda la materia.

Ojo también a los cabros de lila, que no los dejaron jugar en la plaza simplemente porque no. Todo el año pidiendo permiso y haciendo méritos. Acostándose temprano, comiendo todas las legumbres y juntándose en el patio con los amigos de al lado. Algo les tiene que tocar, pero no saben qué. Escribieron una carta con el plan B adjunto. Si no es esto, por último salvo con esto otro.

Y el de barba la tiene clara. Sabe perfectamente cómo entrar a la chimenea de Manquimávida, a la de Nonguén y cerca de La Tortuga. Todavía no tiene claro qué dejará por el foro, pero una cosa es segura: por Talcahuano solo pasará una vez. Bueno, seguramente a esos niños les da lo mismo. Sus papás siempre podrán vender algo y comprar sus chiches y regalos.

Etiquetas