Opinión

Concepción

Por: Diario Concepción 08 de Octubre 2017
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Alejandro Mihovilovich Gratz
Profesor de Historia y Geografía
Historiador del Archivo Histórico de Concepción

Permítaseme hablar hoy, por primera vez en cinco años, no de una calle, sino de la ciudad de mis amores, que el 5 de octubre del presente, cumplió 467 sufridos años de edad y que gracias al esfuerzo y tenacidad de sus habitantes, permanece y prospera.

Víctor Solar Manzano, al prologar el libro de historia de Concepción de Fernando Campos Harriet en 1979, se refería a Concepción diciendo “cada 100 años, la ciudad fue borrada de la faz de la tierra.

Mientras París ha tenido una sola catedral en 800 años, Concepción, en la mitad de este tiempo, ha construido 7. La continuidad material no ha existido. Los terremotos de 1570, 1667, 1751, 1835, 1936 y 1960, los incendios y saqueos de los indígenas, el paso arrasador de la guerra a muerte. Catástrofes telúricas o guerreras han querido cercenar una y otra vez el hilo del existir pencopolitano. Concepción es la ciudad a la cual el hado adverso intentó cortar la corriente vital, siete u ocho veces en el curso de su historia”.

En su homilía de Urbis excidio, San Agustín nos dice que la ciudad “está en los moradores, no en las paredes materiales”. Y es allí donde hoy quiero centrar mi discurso, en las oportunidades que Concepción presenta hoy a sus habitantes, y que, a casi 500 años de su fundación, siguen vigentes con las mismas características que Valdivia el fundador le comentaba al Rey de Espa- ña al decir, sus bosques producen excelente madera para la construcción de casas y embarcaciones, las cementeras dan excelentes granos y cultivos, el clima es inmejorable, en su bahía varan la mayor variedad de peces. Valdivia pinta un paraíso que aún debemos defender, una ciudad privilegiada por la naturaleza que hace del penquista un ser excepcional.

Los habitantes del gran Concepción del siglo XXI tenemos hoy la mirada en el océano pacífico, lo que nos transforma en ser vecinos ribereños de mil quinientos millones de chinos, más de mil millones de hindúes, ochenta millones de japoneses, y de un sinnúmero de otras nacionalidades, como Corea del Sur, Singapur, Taiwán, todos países que están en las vitrinas del comercio penquista a través de teléfonos, televisores y otro tipo de tecnologías. Como respuesta a ellos nuestros puertos envían madera, celulosa, pescado, frutas y vinos. Somos en la actualidad la mejor bahía que mira al pacífico en todo Chile, con puertos seguros y saneados que laboran todo el año y que no a mucho andar se deberían integrar a las producciones trasandinas provenientes de la hermana república de Argentina, con las producciones de soya, trigo, frutas con destino al oriente.

Nuestras autoridades hoy viajan al continente Asiá- tico y relacionan nuestro gran Concepción con todos los centros comerciales, firmando tratados que permitan mejorar las tasas arancelarias para que nuestros productos lleguen a sus mercados y sean consumidos por sus habitantes.

Hoy Concepción, como en la época de la fiebre del oro de California, que desarrolló en nuestra región una exportación triguera aportando caudales y riqueza a nuestra zona, y que está representada en nuestra Plaza de la Independencia por la Diosa Ceres de la agricultura, nuevamente tiene la oportunidad de transformarse en un exportador agroindustrial que ahora alimente el oriente, debido a su posición geográfica y contra estacional (verano en Chile, invierno en Asia) que permite que en los mejores meses de cosecha de nuestra zona, los campos del Asia se encuentren en barbecho.

Un saludo a mi ciudad, y un aliento a sus habitantes, que en una de las estrofas de nuestro himno los percibe como “son tus hijos, valientes y honrados forjadores de tu tradición, donde el arte, la ciencia, el trabajo amalgaman un solo crisol”.

 

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