Opinión

Conflicto y violencia, no terrorismo (II)

Por: Diario Concepción 15 de Junio 2017
Fotografía: Diario Concepción

Por: Danny Monsálvez Araneda
@MonsalvezAraned

Si bien el diccionario de la RAE define el terrorismo como el acto de difundir terror, aquello no puede ser argumento para explicar las complejidades que tiene todo proceso social; de ahí entonces, intentar entregar algunas ideas de lo que sería el terrorismo y sus diferenciación con el conflicto y la violencia política propiamente tal.

En un profuso estudio sobre el terrorismo y la violencia, Eduardo González Callejas, señala que éste concepto es muy polémico a nivel de las ciencias sociales, para algunos se trata de una forma de guerra, la cual debe ser dirimida en el plano político y militar, mientras que para otros, se trata de un comportamiento criminal, el cual debe ser abordado en el plano jurídico y penal.

Lo cierto es que el terrorismo no constituye una escuela filosófica, una ideología o doctrina política, es una acción que han utilizado prácticamente todos los movimientos radicales del espectro político, desde la derecha hasta la izquierda. Por lo tanto, el terrorismo no es propiedad exclusiva de un determinado grupo o sector político.
Por ejemplo, el origen del terrorismo aparece con el terror del Estado y el uso arbitrario de la autoridad política, de la coerción, así como de la amenaza y exterminio. De ahí entonces, la importancia de señalar que todo terrorismo es violento, pero la violencia no es necesariamente terrorismo. Por ejemplo, todo acto destinado a matar o herir de manera sistemática constituye una parte fundamental del terrorismo, pero la violencia no necesariamente tiene como destino mutilar o herir de forma sistemática o indiscriminada.

Complementando lo anterior, el terrorismo tiene un componente de amoralidad y anomia; es decir, no tiene ninguna consideración ética o humanitaria con el objetivo de conseguir un fin político.

En ese sentido, no se puede obviar o pasar por alto los contextos en los cuales se enmarcan estos actos. De allí lo “extraño” de algunos políticos, autoridades y candidatos al querer homologar lo que se vivió en España con la ETA o en Colombia con las Farc de lo que pasa actualmente en la Araucanía o en sectores de la Provincia de Arauco. Se requiere cierta responsabilidad al emitir opiniones o dar por sentado determinados hechos. Se entiende que se busque acarrear votos y respaldo, pero también es necesario un mínimo de responsabilidad y seriedad en los comentarios.

El terrorismo constituye una acción violenta sistemática y permanente de un grupo organizado con fines políticos, que tiene como objetivo matar o herir, ya sean adultos o niños. Por eso, en la Araucanía, si bien han existido este tipo de acciones como lo ocurrido con el matrimonio Luchsinger-Mackay, lo que allí se vive es un profundo conflicto y por otra una violencia sistémica que invisibiliza la violencia cultural y simbólica.

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