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Opinión: "Chiste repetido sale podrido", por Renato Segura

Por: Diario Concepción 12 de Mayo 2017
Fotografía: imagen_Principal-86.jpg

Renato Segura
@cerregional.cl

Festinar con los demás, se ha transformado en un factor de alto rating para los programas de entretención y como un recurso efectivo al momento de buscar llamar la atención. En una sociedad pequeña, como la chilena, el éxito de algunos suele desnudar la frustración de una sociedad que ha sido expuesta sistemáticamente a la meritocracia, donde el “yo y mis circunstancias” está inmerso en un ambiente de profunda desigualdad de oportunidades.

En efecto, generaciones completas de jóvenes que ven mermada sus posibilidades de desarrollo por el estigma de los resultados de los sistemas de medición de la calidad en la educación (Simce y PSU, por ejemplo). Esta segregación – entre buenos y malos – se refleja posteriormente en los salarios del mercado laboral, donde la brecha de ingresos mantiene un conflicto social latente.

Por lo tanto, reírse del prójimo, ya sea porque alcanza una posición inalcanzable para el colectivo o está en una condición distinta respecto de la mayoría, se ha transformado en una forma natural de expresión en los medios de comunicación y las redes sociales. Las minorías o el género han sido históricamente las más afectadas por esta cruel manera de relación social. Pero no son las únicas. Aquellos que han logrado posiciones destacadas o que se encumbran en la elite en su actividad, son presa fácil de la sorna pública.

En este peligroso juego, que afecta la integridad física y mental de los afectados, suelen suceder tragedias sobre aquellas personas o grupos más vulnerables. La Organización Mundial de la Salud ha alertado a las autoridades en Chile por el alto número de personas que padecen depresión, la que, según cifras estimadas por el organismo internacional, afecta al 17% de los chilenos. El Ministerio de Salud, por su parte, sitúa al suicidio como la segunda causa de muerte no natural en Chile, con un aumento en la prevalencia en jóvenes de 10 a 24 años. 

Con la llegada de la farándula a los medios de comunicación, el mofarse de los demás se transformó en un buen negocio para la industria. Ganan los panelistas, los medios de comunicación, la sociedad – que disfruta del morbo que genera la exposición pública de la víctima – y los respectivos auspiciadores, que ven con buenos ojos el instalar sus marcas en un mayor número de hogares.

Durante el último tiempo, la farándula ha disminuido su presencia en los medios. Sin embargo, la burla ha evolucionado a niveles mucho más violentos y recurrentes. Los payasos, exacerbados por su incapacidad de ponerse en el lugar de los demás, han utilizado hasta el cansancio el ataque personal como un chiste que, a estas alturas, está demasiado repetido. 

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