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Tan agrios...

Por: Diario Concepción 22 de Abril 2017
Fotografía: imagen_Principal-610.jpg

No sabemos cuando , pero en algún momento todo se transformó en una simple pugna política partidista, donde los simpatizantes de un sector parecen más bien barra brava de equipo de cuarta.

El Censo dio una muestra del nivel en el cual se encuentra la discusión política, llevando un asunto serio y relevante, a una competencia sistemática entre los gobiernos de distinto signo. 

Ese día lo que mas se leyó en redes sociales, fue como un sector enrostraba costos millonarios y resultados paupérrimos del llamado mejor censo de la historia de Chile, mientras del otro lado se dieron ridículas respuestas que solo transmitían un deseo infantil de que ojalá todo saliera mal. 

Que no hubiese suficientes censistas, que lloviera a cantaros o que no hubiese locomoción fluida, eran usados por quienes, en un afán torpe y destructivo, querían que alguien pagara un costo político para al menos empatar. Hay, definitivamente, pobreza de argumentos y mas grave aún pobreza de espíritu.

Ni mencionar al grupo, que ajeno a esta discusión, con aires de gran estadista, decidió salir a la calle pero para usar el proceso como una especie de reality, donde ellos eran los actores principales, trabajando incansablemente en el Censo, pero paralelamente informando en redes sociales de sus aventuras, sin importar si se vulneraba la privacidad del hogar encuestado. Para ellos lo relevante era como lograr mas likes a su pobre popularidad, esa que marca menos del 1% en las encuestas.

Casos como este son parte de la discusión diaria de nuestros representantes. Si hay que discutir de pobreza, se parte comparando lo que ocurría hace 50 años. Si hablamos de pensiones, se habla de un sistema impuesto en dictadura. Si se habla de economía, se comparan peras con manzanas. Nada es con datos duros, nada es con un análisis razonado y menos aun, nada es con soluciones prácticas a los problemas que realmente enfrenta el país.

Sumemos a toda esta mala onda, los graves casos de corrupción en instituciones que hasta ahora eran un baluarte infranqueable y que usábamos orgullosamente como ejemplo. Sumen los casos que quedan sin sanción porque las instituciones están capturadas por redes que compran todo y sumen la inacción de los líderes políticos amparados en la defensa corporativa. Así tenemos el caldo perfecto para la descomposición anímica y valórica de nuestra nación.

Pocos entienden, como autoridad, el rol que cumplen. Pocos entienden los riesgos a los que nos enfrentamos. Pocos entienden que, así como vamos, solo retornamos exactamente a lo destruyó nuestra democracia hace 5 décadas.

Volver a sentarse y conversar de los problemas de nuestro país, ninguno grave y todos con solución, requiere volver a vernos como nación sin tanta tontera y sin tanta selfie.

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