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Opinión

El peso de la responsabilidad

Por: Diario Concepción 29 de Marzo 2017
Fotografía: imagenPrincipal-5370.jpg

Para Hannah Arendt: "Responsabilidad significa en lo esencial: saber que se pone un ejemplo que otros seguirán; en esta forma cambiamos el mundo". Cuando pedimos más, debemos dar más. Por el individualismo radical, unido a que nos llenamos de expectativas, nos hemos visto empujados a exigir cada vez más, pero a cambio de nada. No asumimos que es nuestra responsabilidad lo que somos y también tenemos que hacernos responsables de lo que hacemos, cuestión que se ha ido diluyendo e incluso institucionalizando.

Cuando pretendemos hacernos un destino, no debemos esperar que otros hagan o dejen de hacer. Cambiar el curso de los acontecimientos requiere de nuestra incumbencia y no basta con gritar consignas perdidos en una masa esporádica de movilizados. Nos hemos habituados a vivir de excusas: que nos excusen por robar, por habernos corrompido, por haber sacrificado niños por quimeras, por haber quemado a quienes consideramos nuestros enemigos.

Queremos que nos excusen por detonar artefactos explosivos apelando la necesidad del cambio, total las víctimas son policías o bien los ofendidos resultan sólo los daños colaterales de una lucha por un bien que se dice mayor. Se queman maquinarias, propiedades, el esfuerzo de cientos de personas invocando deudas históricas, étnicas, políticas, etc. Las víctimas ven como la institucionalidad indolente da la impresión que abraza estas excusas, perdona o se oculta a la distancia.

Hasta se disfraza a la excusa de misericordia, pretendiendo que quienes no han sido víctimas de violaciones a los derechos humanos perdonen a quienes las vulneraron de forma sistemática e institucionalizada, incurriendo en conductas que de conocerlas en más detalles a cualquiera le darían arcadas. Nadie pretende domesticar a rebeldes o anquilosar la fuerza de los cambios con el velo de la hipocresía moral impuesta por los privilegiados. 

Nadie pretende que no se luche contra el letargo de una sociedad construida sobre ciertas mentiras que han sido impuestas como dogmas por los más favorecidos. Nadie quiere atrincherarse en la tradición para impedir toda emancipación. Pero eso no significa aplaudir y felicitar a los que "combaten" por progresar sin asumir ninguna responsabilidad. No sólo con derechos se puede apelar a cambiar el mundo, ya que sin deberes corremos el riesgo de limitarnos a sustituir a una casta de beneficiados por otra. La dignidad del deber es para todos exigible por igual. 

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