Opinión

Opinión: "Celebración del día de todos los Santos" por Fernando Chomali

Por: Diario Concepción 31 de Octubre 2016
Fotografía: imagenPrincipal-1675.jpg

Fernando Chomali G.
Arzobispo de Concepción

El 1 de noviembre se celebra el día de todos los santos. Es un hermoso día, porque nos recuerda sobretodo la promesa de Jesucristo de que la muerte no es la última palabra, sino que la vida.

La muerte, esa realidad de la que nadie se libra y sigue siendo el gran enigma de la condición humana ha encontrado en una persona, Jesucristo, una respuesta contundente y definitiva. Nuestro destino final no es la nada, sino que es el estar junto a Dios y vivir en plenitud nuestra condición de ser imagen y semejanza de Dios e hijos suyos.

Los textos del Apocalipsis escrito por San Juan son de una hermosura que nos devuelve la sonrisa y la esperanza frente al dolor de perder a un ser querido. Nos dice que Dios mismo nos enjugará las lágrimas y que no habrá ni llanto ni luto.

La Sagrada escritura está llena de textos que ni a la mente más brillante se le hubiese ocurrido. Esa es la razón por la cual millones de personas se vuelcan a los cementerios. Muy cerca de la tumba de un ser querido reflexionan sobre quién ha fallecido y le rezan a Dios todopoderoso para que los tenga en su reino y se haga realidad aquello de que nos hará reposar en verdes praderas y en una morada maravillosa que nadie en esta tierra se podría imaginar. 

El cementerio nos recuerda así la maravilla de la vida y su precariedad frente a la inevitable "hermana muerte" como la llamaba San Francisco. La realidad de la muerte nos recuerda que la vida hay que vivirla intensamente con el entusiasmos del primer día y la libertad del último.

Dios nos toma tan en serio que nos preguntará que hemos hecho durante ella y nos juzgará no por nuestros cargos o títulos, sino que sencillamente por el amor que hayamos dado en nuestra vida. Como dice Santa Teresa de Ávila "seremos juzgados en el amor". Gran desafío, por cierto, sobre todo en los tiempos que corren donde la cultura imperante nos invita a todo lo contrario. Comprometo la oración de toda la Iglesia por todos nuestros seres queridos difuntos.

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