Humanidades

Las paradojas de la libertad en tiempos de pandemia

Las necesidades sanitarias de la pandemia han restringido nuestras libertades y, si bien los efectos de esta serie de restricciones generan una apariencia de igualdad, existen muchas situaciones donde esta condición no se verifica. Uno de los aspectos fundamentales al momento de enfrentarse a las libertades personales (o la ausencia de ellas) es comprender que no se trata de procesos individuales y es necesario dar una mirada colectiva.

Por: Diario Concepción 09 de Mayo 2021
Fotografía: Isidoro Valenzuela

Ximena Cortés Oñate

La libertad es uno de los conceptos más valorados por la sociedad hoy. Con ella se plantea, además, una disputa entre el individualismo y el bien común, situación que se ha hecho más presente durante el transcurso de esta pandemia que, para poder ser sobrellevada, ha obligado a prácticamente todos los gobiernos a implementar limitaciones a la libertad de desplazamiento, de reunión y de uso de espacios públicos, afectando las dinámicas sociales, y generando diversas reacciones en la sociedad.

Para el pensador surcoreano Byung-Chul Han, durante la crisis sanitaria, la libertad encierra una condición extraña, ya que se la asocia a las restricciones que las autoridades han debido imponer en todo el mundo. No obstante, como señalara en octubre del año pasado, “la paradoja de la pandemia consiste en que uno acaba teniendo más libertad si se impone voluntariamente restricciones a sí mismo. Quien rechaza, por ejemplo, el uso de mascarillas como un atentado a la libertad, acaba teniendo al final menos libertad”.

Alfonso Henríquez explica que una forma de comprender este problema, es por medio de lo que podríamos llamar el “giro biopolítico” que ha tomado la pandemia. “En efecto, la acción del Estado ha intervenido en la esfera de libertad de los ciudadanos, por medio de una serie de técnicas disciplinarias de tipo médico o sanitario. Los objetivos son sociales, pero también individuales, estando dados por la necesidad de optimizar el cuidado del cuerpo y la salud física”, señala el abogado.

Académico del departamento de Historia y Filosofía del Derecho de la Universidad de Concepción, Henríquez sostiene que estos objetivos no solo están centrados en aquello que tiene que ver directamente con la pandemia, sino que también se proyectan “sobre una serie de campos, más bien difusos, pero que resultan relevantes para estos efectos, como es el caso de la educación, la actividad física o la salud emocional”.

“El problema no radica tanto en preguntarse por cuál libertad ha sido más afectada, si no más bien en indagar acerca de la forma o los mecanismos que ha utilizado la autoridad para administrar, orientar y gestionar dicha libertad”. Alfonso Henríquez

A su juicio, el resultado paradójico de toda esta serie de dispositivos, radica en que “obligan al sujeto a ejercer una suerte de gobierno de sí mismo, a una inspección permanente de su cuerpo y de su salud (uso de mascarillas, distancia social, temperatura). La principal dificultad sin embargo no está en el hecho de la autoinspección en tanto tal, sino que en la circunstancia de transformar su necesaria excepcionalidad en la regla general”.

Pero, para precisar de qué, exactamente, estamos hablando, Carolina Bruna propone comenzar estableciendo que el concepto de libertad es algo complicado y que, por lo general, se ha pensado unilateralmente, bajo las ideas de individualismo y dominación. Por ese camino, dice, se establece una oposición Estado vs individuo. “Se ha pensado muy poco desde el punto de vista de la cooperación y horizontalidad (cooperativismo)”, dice.

“Se debería pensar la libertad más allá de la relación entre individualidades y Estado, en donde, claramente, el problema central es el del dominio y la libertad que se nos entrega o quita desde la dominación”. Carolina Bruna

Profesora del departamento de Ciencias del Derecho, de la Universidad de Chile, Bruna señala que, en principio, desde el punto de vista individualista se entiende este concepto asociado a la libertad de movimiento y a identificar acciones voluntarias; es decir, donde hay responsabilidad de las personas. Por otra parte, desde un punto de vista político, se asocia al liberalismo y, más aún, al individualismo.

Libertad y responsabilidad

Ahora bien, como recuerda Ana Pía León, la crisis sanitaria nacional e internacional, ha llevado al gobierno a declarar estado de Excepción Constitucional de Catástrofe, lo que implica la adopción de medidas que, entre otras cosas, afectan el ejercicio de nuestra libertad de manera considerable.

Pese a ello, la Directora de Licenciatura en Filosofía de la Universidad Andrés Bello llama a no olvidar que “todo despliegue de nuestra libertad debe realizarse en un marco que no dañe o afecte a otras personas. Hoy por hoy, reunirse, ir sin mascarilla por la calle, las grandes aglomeraciones en espacios cerrados, implican dañar a otros, puesto que son causas de trasmisión de una enfermedad grave. Vivir en comunidad implica comprender que nuestra libertad no es ilimitada, que vivimos con otros a quienes nuestras acciones impactan tanto de forma positiva como negativa”.

“No podemos olvidar que todo despliegue de nuestra libertad debe realizarse en un marco que no dañe o afecte a otras personas”. Ana Pia Leon

Con ella concuerda Bruna: “Obviamente, con las restricciones de las cuarentenas, lo primero que pensamos es en que no tenemos libertad de movimiento y que ello atenta contra nuestra individualidad. No podemos ir donde queremos, a la hora que queremos, el día que queremos, ni podemos reunirnos con quienes apreciamos”, señala.

Considerando que esto cambia según el lugar donde nos encontramos, esto ha sido un problema mayor pensando que la libertad de movimiento estuvo, por un tiempo, restringida dentro del país, pero no hacia el extranjero, dice Bruna.

“Es decir, la gente podía viajar de vacaciones a México o USA, pero no podía trabajar ni visitar a sus seres queridos dentro del país. Esta situación implica que la libertad de movimiento individual no es igual para todas las personas, ya que hay algunas que tienen derecho a moverse y otras no.

Quienes tienen más poder económico parecieran ser más libres en todo sentido, porque seguramente tienen la vida asegurada y deciden cómo cuidarse, además van a donde quieren. Quienes tienen que elegir entre guardar cuarentena y trabajar, sea respetando o no las medidas sanitarias, obviamente van a optar por trabajar, pese a que tengan miedo, pese a todo”, sostiene.

Para Henríquez, el problema es todavía más complejo. “Los efectos de esta serie de restricciones generan una apariencia de igualdad, todos estarían sometidos al mismo tipo de deber y a las mismas sanciones. Sin embargo, esto resulta ser un principio que dista mucho de la realidad. En efecto, la libertad no solo se puede entender como ausencia de coacción por parte del Estado, sino que también comprende la capacidad para la autonomía”, dice.

Por ello, enfatiza en que para que la personas puedan perseguir sus propios objetivos, esto es, para que puedan ser verdaderamente libres, necesitan un conjunto de condiciones materiales y de reconocimiento. Pero esas condiciones no están repartidas de forma equitativa entre los distintos sectores sociales.

Por ejemplo, dice, “aspectos como la precariedad laboral, la falta de recursos económicos, la urgencia de muchas personas por salir a trabajar (el teletrabajo no está disponible para todos), la alimentación, el espacio de la vivienda, entre otros aspectos, restringen la autonomía y las oportunidades de vida de las personas más vulnerables. El problema estriba en que las restricciones que se han establecido para frenar la pandemia, han afectado de manera desproporcionada a los sectores con menos recursos, puesto que dichas medidas han tendido a amplificar los efectos que presenta la falta de oportunidades que estos experimentan. Este hecho constituirá probablemente una de las consecuencias más duraderas de la presente crisis”.

Panóptico digital

Visto esto, Bruna sostiene que “la libertad más restringida ha sido la libertad de movimiento, de reunión, la del consumo. Y de ahí que Byung-Chul Han comente que se es más libre cuando se auto-impone restricciones la propia persona”.
A su juicio, lo que propone Han no se aleja de la forma individualista de comprender la libertad. “No es muy distinta de lo que decía Rousseau respecto de la ley, de que el ser humano realmente libre no sentía la ley como un grillete. En ese sentido, se comprende la libertad asociada al estar en el Estado, al vivir regulada/dominada por instituciones políticas y obedeciendo al Estado y su estado de excepción. En ese sentido, me siento más libre si quiero o me conviene aceptar las restricciones”.

Al respecto, el filósofo Pablo Aguayo señala que la discusión sobre el control del cuerpo por parte de las instituciones no es algo nuevo. “De hecho, gran parte de la obra de Foucault se refiere a las diferentes maneras en que nuestra vida no solo es dominada por diferentes ideologías, sino por un control efectivo de nuestros cuerpos y poblaciones”.

Académico de Filosofía Moral y Teoría de la Justicia de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, explica que, “haciéndole un guiño a la imagen carcelaria del panóptico de Bentham utilizada por Foucault, Byung-Chul Han acuñó la idea del panóptico digital, que me parece más interesante en términos de la relevancia que tiene la tecnología, sobre todo en la actual forma de entender la educación y el trabajo a distancia”.

“El control de nuestra dimensión digital no corpórea me parece más peligroso que el control del propio cuerpo. En el caso de este último, al menos sabemos qué instituciones son las responsables de dicho control”. Pablo Aguayo

En este sentido, dice Aguayo, “el control de nuestra dimensión digital no corpórea me parece más peligroso que el control del propio cuerpo. En el caso de este último, al menos sabemos qué instituciones son las responsables de dicho control y hay, al menos en las sociedades democráticas, cierto control del control”. Los escándalos de Facebook y otras plataformas digitales, en lo que se refiere al uso de información y datos personales le parecen más complejos que la vigilancia de nuestros cuerpos.

Henríquez cita al Premio Nobel de Economía Amartya Sen cuando dice que la libertad puede ser vista como una cuestión de oportunidades disponibles, pero también como un proceso. La primera dimensión, sostiene, “se vincula con aquello que la persona tiene interés en realizar y que efectivamente termina realizando, mientras que la segunda se relaciona con el proceso de elección en tanto tal; es decir, con la pregunta relativa a si existen instancias de coacción externas que obliguen al sujeto a adoptar determinados cursos de acción”.

El abogado explica que esta segunda dimensión es la que más ha sido afectada por la pandemia. “Por ejemplo, la existencia de franjas horarias para hacer deporte, o la necesidad de sacar permisos para actos tan simples como ir al supermercado, al médico o para realizar algunos trámites, no ha impactado solo en la dimensión de oportunidad de la libertad, sino que también en la dimensión de proceso. Las personas pueden salir a comprar al supermercado, pero no cuando quieren, sino en la forma y durante el tiempo que disponga la autoridad”, señala.

En este sentido, Henríquez sugiere indagar acerca de la forma o los mecanismos que ha utilizado la autoridad para administrar, orientar y gestionar dicha libertad. “Eso es lo novedoso, pero a la vez, lo más problemático, pues puede abrir la vía para fenómenos vinculados con la arbitrariedad o la falta de razonabilidad de las decisiones que se tomen por parte de la administración”, dice.

Aguayo complementa lo anterior señalando que “las restricciones más evidentes han estado en la dimensión de lo que la tradición liberal ha llamado libertad negativa. La libertad negativa es, siguiendo a Isaiah Berlin, el ámbito en que un ser humano puede actuar sin ser obstaculizado por otros. Este otro puede ser o bien una persona, o bien un estado de excepción que restringe nuestra libertad de movimiento”.

A su juicio, “muchos han visto en esto un atentado en contra de nuestras libertades fundamentales, pero mi impresión es que, tal juicio, descansa en una visión extremadamente individualista de nuestras libertades fundamentales. El ejercicio de estas libertades básicas no puede ir en contra del bien común que, tiendo a pensar, es lo que deberían proteger los diferentes estados de excepción”.

Por ello, considera que las libertades más afectadas por la pandemia son aquellas vinculadas a nuestra capacidad de elegir el objeto de su querer. “Dadas las restricciones que ha habido para relacionarnos con otros, lamentablemente la construcción de nuestra identidad se ha visto fuertemente afectada; pienso, sobre todo, en los niños, niñas y adolescentes, e incluso en mis estudiantes de primer año de universidad. Esta merma en la construcción de nuestra identidad implica una restricción respecto de las formas de vida que puedo conocer, reconocer y elegir como valiosas y agota el ámbito de opciones a las estrechamente vinculadas a la familia y a los más cercanos”, señala Aguayo.

Cooperación y libertad

Para Bruna, es importante pensar la libertad desde otro prisma. “No me refiero a las personas que niegan la pandemia y hacen su vida sin respetar las restricciones y reclamando la libertad individual, sino a formas de restablecer los lazos sociales que nos hacen re pensar la libertad ya no al modo individualista de satisfacer las necesidades de cada quien, sino que de dignificar la vida común a través de la cooperación”, dice.

A su juicio, entonces, se debería pensar la libertad más allá de la relación entre individualidades y Estado, “en donde claramente el problema central es el del dominio y la libertad que se nos entrega o quita desde la dominación”.

“Pensar la libertad en relación a relaciones horizontales de cooperación entre las personas nos entrega otra perspectiva. Pienso en las formas de organización que pretenden entregarles independencia y dignidad a las otras personas que, en principio, están presas de las adversas circunstancias. Cooperativas espontáneas entre personas vecinas, apoyo en la alimentación y/o cuidados, formas de organización que se sostienen en la cooperación, considerando que cada quien es libre y se le respeta en cuanto tal. De esta manera más horizontal se sale del paternalismo de la caridad”, sostiene.

Por ello, se cuestiona si la única manera de pensar la libertad es la individualista, considerando la relación entre libertad y lazo social y en estructuras de cooperación en las que se respeta a cada quien y se intenta salir delante de modo común. “Si bien no era lo habitual, desde octubre de 2019 se ha precipitado la vida vecinal y proyectos de cooperación, estar unidas en alguna acción social con proyectos que intentan enfrentar la pandemia y también nos invitan a pensar el momento constituyente que estamos viviendo”.

Algo similar opina León, quien señala que, “no en vano, Aristóteles y otros autores han afirmado que los seres humanos somos sociables por naturaleza, que necesitamos a los otros para la constitución de nuestra identidad, de nuestro carácter, para la construcción de un relato social común. Es innegable que los otros son parte esencial de nuestro desarrollo”.

Por lo tanto, afirma, no poder hacer uso de esas libertades va en desmedro de esa sociabilidad que nos caracteriza.
Ahora, si pensamos el ejercicio de nuestras libertades individuales (incluyendo las sociales) desde una perspectiva individualista, solo encontraremos obstáculos. Según Bruna, las estructuras de dominación aluden a la desprotección en que quedamos cuando salimos de ellas, o al miedo al castigo, cuando transgredimos las cuarentenas. “Todo eso está pensado desde el prisma de la libertad individualista. Aun teniendo las libertades restringidas, las personas podemos encontrar formas de cooperar. Si la libertad se entiende en relación al lazo social, tenemos otras formas de pensar las libertades individuales”.

Libros recomendados

Tempos excepcionais: a pandemia e a era Covid-19, organizado /editado por Roberto Bueno, Max Limonad (São Paulo/Brasil) febrero 2021.

Narrativas Confinadas, editado por Olga Grau (Chile), Mauricio Langon (Uruguay), Walter Kohan (Brasil) y Gabriela D’Orico (Argentina). Editorial NEFI, Universidad de Río de Janeiro, 2020 (esta descargable en línea. http://filoeduc.org/nefiedicoes/colecoes.php ).

Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Han, Byung-Chul, 2014. Editorial Herder.

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