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Los testimonios de los vecinos de la llamada “Zona cero” de Concepción

La esquina de Tucapel con O’Higgins, se transformó en la zona cero del conflicto. Ahí, también, se forjaron particulares experiencias ciudadanas en medio de los enfrentamientos.

Por: Mauro Álvarez 18 de Octubre 2020
Fotografía: Carolina Echagüe

Treinta pesos y un torniquete roto fueron los detonantes para que las calles de las principales ciudades de Chile se transformaran en un mar de gente marchando, exigiendo cambios estructurales para “nivelar la cancha” y dejar que los “poderosos” siguieran acumulando riquezas, bajo una consigna clara: “hasta que la dignidad se haga costumbre”. La frase se transformó en un emblema de las movilizaciones, tanto en cánticos como en pancartas, en cada manifestación a partir del 18 de octubre 2019.

Los hechos sucedidos los días y meses posteriores, terminaron por echar por tierra el denominado “oasis” en el que Chile se encontraba, según Presidente Sebastián Piñera, una semana antes de la revuelta social.

En Concepción, la esquina de Tucapel con O’Higgins, se transformó en el centro de las manifestaciones, que además enfrentó a Fuerzas Especiales de Carabineros y la llamada “primera línea” penquista.

“El 18-O marcó un antes y un después en Chile, en el caso de Concepción fue impresionante ver como los más jóvenes dijimos basta de las injusticias que se arrastraban por años. Personalmente, no justifico los destrozos a los pequeños empresarios, acciones que reprochamos todos quienes estábamos en la primera línea. Sí puedo entender el enojo contra los conglomerados que ejercen abuso sobre la sociedad, por lo que exigir cambios desde la base era necesario, en respuesta a las injusticias que por 30 años estábamos viviendo como país”, explicó André, joven penquista.

Incendio en la torre

Si bien André reconoce que hubo momentos complejos y que afectaron a los vecinos del sector bautizado como “zona 0”, el lugar era emblemático por estar frente a los Tribunales de Justicia. “Ese edificio, donde se ejerce justicia, estaba inerte ante los abusos de Carabineros, quienes sin provocación mojaban y gaseaban a todos quienes nos manifestábamos, atacando, incluso, a personas del área de la salud, profesores y contra quienes marchaban exigiendo mejoras. Fue tremendo el actuar de los agentes del Estado y, frente a eso, sólo quedaba responder con piedras y cuanto elemento teníamos a disposición”, señaló.

Al periodista Carlos Campos le tocó vivir de frente toda la manifestación, puesto que su antiguo departamento queda justo en la intersección de conflicto. Comentó que fue bien complejo, ya que si bien entiende el meollo de las demandas, diferente es vivirlas in situ, exponiendo su integridad a las piedras que lanzaba la primera línea y los gases lacrimógenos disparados por Carabineros.

“Las ventanas de mi ex departamento dan hacia Tucapel, entonces, desde las 12 horas hasta pasada la media noche era un campo de batalla, a eso había que sumar el calor de aquellos días y la delincuencia que se inmiscuyó en las demandas sociales. A unos vecinos les entraron a robar, por lo que hubo noches en las que dormía a saltos pensando que yo sería el próximo, fueron meses caóticos”, detalló Campos.

Conflicto que se tornó aún peor cuando se incendió la torre Los Andes. “Ese domingo fue la gota que rebalsó el vaso, no tanto porque se incendiara, sino porque estaba aburrido de tanta piedra, era insotenible seguir viviendo ahí, porque se tomaron la torre, lo que tornó inseguro el sector. Decidí irme, decisión que también tomaron otros vecinos, porque en esa esquina empezaban y terminaban las marchas, lo que llevó a que, de un día para otro, la cuadra se destruyera por completo”, relató el profesional.

Sobre porqué incendiar la torre Los Andes, André indicó que los manifestantes más radicales consideraron que la caja de compensación abusaba de los abuelos. “Teniendo en cuenta que ya las pensiones de las AFP son mínimas, las cajas sólo hacen que los de la tercera edad se endeuden más, puesto que cobran comisiones altísimas, dejándolos más empobrecidos. Incendiarla era una manera de decir basta a tantos años de usura”, sostuvo.

 

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