El desarrollo sostenible resulta menos vulnerable a los choques climáticos y de la economía mundial y permite entregar herramientas para los procesos de adaptación y de mitigación.
La Invasión de Rusia a Ucrania tuvo ya sus primeros impactos en la economía mundial. Además se proyectan efectos inflacionarios, y de hecho ya se observan alzas en las tasas de interés, en el comercio internacional y en los precios de los commodities, como el petróleo, sus derivados y las materias primas agrícolas. El conflicto bélico no estaba considerado en los escenarios para 2022 y la realidad ha puesto nuevos ingredientes de incertidumbre para los próximos meses. La situación ha cambiado dramáticamente en las últimas semanas y el futuro de la economía mundial podría complicarse a raíz de la invasión de Ucrania.
En Chile no es distinto y muchos especialistas advierten un escenario de alza de precios, principalmente impulsada por mayores costos en la importación de bienes y servicios. De la política expansiva iniciada durante la pandemia es probable que el país sea obligado a un giro hacia la contención inflacionaria.
Todo lo anterior remite a reflexiones inevitables: los modelos de producción y consumo poco sostenibles, el uso de matrices energéticas que no consideran las externalidades negativas, la economía circular, la inclusión social y los modelos económicos que no toman en cuenta los coletazos ambientales.
Ocurre que una economía centrada en la oferta y demanda y no en la dignidad e inclusión tendrá siempre estos efectos negativos, inesperados y hasta inevitables.
Lo anterior trae consecuencias significativas no solo para las actividades económicas, sino que también para las condiciones sociales y los ecosistemas. El empeoramiento del ecosistema económico afecta a las familias más vulnerables, quienes tienen menores condiciones de defenderse de los vaivenes en los costos de la vida. Impacta en forma negativa en los esfuerzos en disminución de la desigualdad, uno de los factores más asociados a la calidad de la democracia y a la paz social. Por ello los investigadores insisten en enfatizar que para que esto ocurra – paz social – tiene que haber crecimiento sostenido y adecuadas políticas públicas. El desarrollo sostenible resulta menos vulnerable a los choques climáticos y de la economía mundial y permite entregar herramientas para los procesos de adaptación y de mitigación cuando la realidad contradice las proyecciones realizadas.