Para las familias, el termómetro de la economía está en los precios de alimentos, de los combustibles, de los medicamentos. Falta que estas señales y percepciones positivas se materialicen en los bolsillo de millones de chilenas y chilenos de carne y hueso
Como se sabe, una de las principales funciones del Banco Central de Chile es proteger el valor de la moneda nacional, buscando que la inflación sea estable y cercana a la meta del 3% anual. Este compromiso del BC, con un rango de tolerancia de un punto porcentual para más y para menos, orienta las expectativas de los agentes económicos y transforma esa meta del 3% en un ancla referencial para la economía.
Las variaciones inflacionarias mensuales de 2021 — medidas por el Índice de Precios al Consumidor (IPC) — se han mantenido en una tendencia estable. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el IPC de mayo anotó un aumento mensual de 0,3%, acumulando 1,9% en lo que va del año, y 3,6% a doce meses. Vale decir, perfectamente ajustado al rango del Central.
Controlado el valor del peso chileno, los ojos se vuelven al crecimiento del país y en esa materia las cifras también generan buenas expectativas. Hace una semana el Central informó que el Imacec de abril de 2021 creció 14,1% en comparación con igual mes del año anterior. Si bien hay que leer la cifra tomando en cuenta la baja base de comparación de abril de 2020 (Imacec de -13,8%), estos números indican que la actividad económica ha recuperado cierto aliento, aunque el país siga en crisis sanitaria y con todos los coletazos asociados a ese panorama. Pese a todo, la actividad económica ha tenido mejor desempeño que en 2020 y los precios se han mantenido la mayor parte del tiempo dentro de lo esperado en lo que va del año.
Por cierto, todos estos números expresan las condiciones macroeconómicas del país, sin entregar detalles de la situación de cada persona en particular. Para las familias, el termómetro de la economía está en los precios de alimentos, de los combustibles, de los medicamentos. En los precios de bienes y servicios que consume la ciudadanía impactan muchos factores: las lluvias, los retiros de los fondos de pensiones, la variación del precio del crudo, los vaivenes de la demanda de cobre en los mercados del mundo. Sin embargo, las señales — los números lo avalan — son notoriamente más positivas que al 9 de junio del año pasado, por ejemplo. Solo falta que estas señales y percepciones positivas se materialicen en los bolsillos de millones de chilenas y chilenos de carne y hueso.