Nadie más cuestiona la legitimidad del proceso y sus resultados. Tampoco se pone en duda el resultado, calificado como "arrollador" y "abrumador". Pero hay lecciones que los protagonistas del actual sistema político deben tomar nota.
Con el pasar de las horas, salen a la luz distintas interpretaciones sobre el resultado de la votación del domingo 25 de octubre. Y a mayor distancia del Plebiscito, también se levantan las posibles lecciones que dejó ese histórico día, y la agenda política que vendrá en los próximos meses.
Nadie más cuestiona, por ejemplo, la legitimidad del proceso y sus resultados. La participación llegó a poco más de 50% del padrón electoral, alejando en forma definitiva las proyecciones pesimistas que apuntaban a un 30%. La barrera psicológica del 50% fue alcanzada y ello tiene gran relevancia, por tratarse de voto voluntario y con 30 comunas del país en cuarentena.
Además de la concurrencia masiva de la ciudadanía, otro elemento que nadie puede poner en duda es el resultado mismo: la opción Apruebo logró un 78% mientras que la Convención Constitucional sumó un 79%. “Abrumador” y “arrollador” fueron los calificativos más usados para definir ese panorama.
Entre los análisis, también se ha mencionado a la participación de los jóvenes en la histórica votación, hecho que podría ser atribuido como una continuidad de los eventos iniciados en octubre de 2019.
Otro aspecto importante guarda relación con la participación por comunas: se registró un mayor desinterés en las comunas con prevalencia de comunidades indígenas, una realidad que el sistema político debería tomar nota.
De hecho, es probable que el sistema político en general debería sacar las grandes lecciones entregadas por este Plebiscito. Un aplastante 79% de los votos válidos indicó la preferencia por una Constitución que sea redactada por ciudadanos elegidos por la propia ciudadanía, en demérito del statu quo de la política tradicional. Se espera que el órgano constituyente aborde materias como la desigualdad y las reformas sociales, demandas que no han sido consideradas por los protagonistas del actual sistema político.
Finalmente, entre las lecciones y aprendizajes quedó la convicción de que es fundamental la participación ciudadana para implementar los cambios que el país reclama. Una participación que no está restringida al día de la votación, sino que debe permanecer. Un proceso que comienza con la definición de los constituyentes, que sigue con elecciones en abril próximo y que culminará con el referéndum final a mediados de 2022.