En la actual pandemia, el mundo ha presenciado una cantidad sin precedentes de iniciativas que buscan superar los estragos provocados por la pandemia.
Hay consenso entre los historiadores en que la humanidad ha enfrentado tres grandes problemas a lo largo de miles de años: la hambruna, las enfermedades y las guerras. Tres flagelos que han azotado permanentemente, milenio tras milenio y por largo tiempo se pensó que eran desgracias sin solución. El hambre, las epidemias y los enfrentamientos todavía persisten en nuestro planeta, pero es necesario reconocer los logros alcanzados y admitir que ya no son calamidades inevitables.
El hambre persiste en algunas zonas del mundo y se trata más de un problema de distribución que de producción de alimentos. No por nada las muertes por obesidad son superiores a los fallecimientos por desnutrición. La diplomacia y las relaciones internacionales han logrado evitar enfrentamientos por las armas. Las enfermedades persisten, las epidemias y pandemias, pero cada año la ciencia encuentra formas más eficientes, más rápidas y menos costosas de combatirlas.
En la actual pandemia, el mundo ha presenciado una cantidad sin precedentes de iniciativas que buscan superar los estragos provocados por el coronavirus. Científicos de distintas nacionalidades han colaborado en una intensa corrida para encontrar una vacuna al virus. Es cierto que en ello también hay intereses comerciales, y que hay competencia entre laboratorios para posicionar un fármaco en un multimillonario negocio que ofrece la pandemia. Pero no es menos cierto que toda la humanidad podrá beneficiarse de los avances de la ciencia.
En la Región del Bío Bío hay muchos ejemplos de los aportes de investigadores y científicos en la lucha contra la Covid-19. Ayer se consolidó otro hito: el test de aire espirado para detección de Covid-19, a cargo de un equipo de la Universidad de Concepción, culminó la validación clínica en la Región. La prueba es similar a un alcotest, y en menos de un minuto una persona puede enterarse sí es positivos o negativo para SARS-Cov-2 mediante el análisis físico de la muestra. El estudio alcanzó en siete días 1.455 participantes para las pruebas clínicas, un número alto en comparación con otros países que realizan el mismo procedimiento. Este resultado, junto a otras iniciativas desarrolladas, es una prueba más de que en la carrera contra el coronavirus la ciencia lleva ventaja.