Todas las investigaciones y sondeos demuestran que la inclusión trae grandes beneficios, tanto para las compañías como también para las personas con discapacidad.
Bío Bío fue la segunda región del país en inclusión laboral de personas con discapacidad en 2019. A casi dos años de la entrada en vigencia de la Ley de Inclusión Laboral, la posición regional en ese ranking nacional representa un avance en la materia y, al mismo tiempo, plantea nuevos desafíos para el período que comienza.
Ello porque en Chile hay más de 2 millones 600 mil personas con alguna condición de discapacidad y casi un 60% de ellas se encuentra desempleada, o bien, trabajando de manera informal. No se trata de cumplir con la normativa -donde las empresas con 100 o más trabajadores y trabajadoras deberán contratar al menos el 1% de personas con discapacidad- y tampoco con responder a expectativas de RSE o solidaridad. Todas las investigaciones y sondeos demuestran que la inclusión trae grandes beneficios, tanto para las compañías como mejoramiento del clima laboral, mayor compromiso con la empresa, buena relaciones entre los pares e impacto positivo en la productividad.
Para las personas con alguna discapacidad, obtener empleo suele representar una mejora en calidad de vida, aumento de la autoestima, fomento de la autonomía, además de asumir un rol más activo en la comunidad y tener la oportunidad de aprender continuamente.
Para aquellas compañías que no sólo buscan cumplir con la reserva legal, sino que también quieren implementar las bases de una cultura socialmente inclusiva, hay desafíos y oportunidades. La recomendación de los especialistas es que las empresas investiguen en profundidad las dificultades en sus estrategias de selección, la forma de construir el perfil de los cargos, el rol que juegan expertos y asesores en el reclutamiento, además de los resultados que están obteniendo producto de la intermediación laboral. Todo esto con el fin de detectar los puntos críticos y orientar la búsqueda de personal haciendo uso de buenas prácticas y experiencias exitosas.
En definitiva, es imperioso contar con políticas educacionales orientadas a generar capital humano que atienda a necesidades y requerimientos profesionales de las organizaciones. Pero, por sobre todo, que responda a las demandas de una sociedad que está avanzando hacia un entorno inclusivo e integrador.