Editorial

La necesaria regeneración de la política chilena

En el momento presente, la política chilena, en plena crisis de un sistema que definitivamente ha sido llamado a la pizarra, tiene el deber de demostrar sus potenciales para el logro del bien común.

Por: Editorial Diario Concepción 08 de Diciembre 2019
Fotografía: Referencial

El país ha vuelto a ser político. Hubo en momento en la historia, no demasiado lejano, cuando los chilenos fueron descritos como los más politizados de Sudamérica y de ello daban cuenta los debates encendidos e informados, la aparición de caudillos carismáticos en todos los colores del espectro, con una prensa sarcástica y militante y revistas satíricas que repartían epítetos a moros y cristianos, sin importar lo egregio de su posicionamiento. Eran los tiempos de la democracia con grandes dosis de inocencia, no se había aprendido, de modo transversal, a jugar sucio.

En 1963, el designado ministro de Defensa británico, John Profumo, renuncia por un escándalo ente faldas y espionaje, con mucho de lo primero y nada de lo último. En esa época, él expresa: “he llegado a darme cuenta de que, mediante este engaño, me he hecho culpable de una grave falta… no puedo seguir siendo miembro de la administración, ni de la Cámara de los Comunes”. Una muestra de respeto a la honestidad y la corrección de comportamiento de una autoridad que había incumplido con las demandas de su posición en la administración de su país y que no había estado a la altura de sus responsabilidades.

Hay de algún modo un contraste con la situación de varios actores de la sociedad chilena actual, por lo cual se hace necesaria una regeneración de la vida pública. Las recientes y renovadas manifestaciones de descontento social no hacen otra cosa que dejar en evidencia un punto de saturación, acompañado de una creciente demanda social por cambios profundos en esa dirección: la demanda de indignados, desilusionados o simplemente hastiados, para hacer de la política una práctica ejemplificadora de servicio público, en contraste con la actual política operadora de autoperpetuación y con eventuales malas prácticas para beneficio personal o para entronización partidaria, por sobre las esperanzas de los ciudadanos. Situación que da lugar a la fundación de nuevos partidos con la convocadora promesa de no repetir lo que se ha venido haciendo.

Carlos Domínguez Luis, académico correspondiente de la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación, subraya que no es propio de sociedades democráticas sanas el traslado al Poder Judicial de la responsabilidad de dotar de higiene ética a la política, ya que esta última debiera ser un bien moral inalienable al ser político y no un comportamiento que se muestre solo para evitar las consecuencias legales de su atropello.

Siendo la ética un factor indiscutible, hay otras conductas esperables de nuestra clase dirigente, la sensibilidad para tomar debida cuenta de las demandas de la sociedad, pero por sobre aquello, y anticipatoriamente, la capacidad para detectar los problemas presentes antes que estos se expresen en inequidades e injusticias, hacerse parte de la gente que los ha elegido justamente con ese propósito, el de representarlos.

En el momento presente, la política chilena, en plena crisis de un sistema que definitivamente ha sido llamado a la pizarra, tiene el deber de demostrar sus potenciales para el logro del bien común. Para ello es necesario un cambio profundo a la manera de hacer política, no para la política en sí misma ni afianzando cuotas de poder, sino para el desarrollo de nuestro país y el bienestar de la ciudadanía.

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