Editorial

La responsabilidad histórica de los avances sociales

Es necesario, entonces, que los principales actores de este prolongado drama asuman con visión de futuro la tarea de extender los puentes de acuerdo, para alcanzar el bien superior de todos los chilenos y chilenas.

Por: Editorial Diario Concepción 05 de Diciembre 2019
Fotografía: Agencia UNO

Se observa una pálida confianza de un regreso pronto y sin traumas hacia la normalidad, a la posibilidad de retomar el paso de la convivencia, ciertamente en mejores términos. Un escepticismo explicable ante la magnitud de los desafíos y lo complejo de sus implicancias. Este sentimiento se puede acentuar con el paso de los días si los políticos a cargo de implementar las propuestas para un proceso constituyente no logran ponerse de acuerdo, debilitando así uno de los pilares más fuertemente aludidos en la propuesta para recuperar la paz social.

Los tiempos se presentan preocupantemente breves, pues el paso de los días hace más evidente la necesidad de avanzar de modo simultáneo en las urgentes reformas e implementación de una Agenda Social seria y consistente, y la restauración de infraestructura así como el restablecimiento de los campos laborales, ya amenazados por la pérdida de los puestos de trabajo que pueden llegar a restar mucho del impacto positivo de eventuales medidas de protección social.

Se ha propuesto alcanzar la paz antes de avanzar, si bien es razonable pensar que la armonía ciudadana puede recuperarse con la verificación positiva de este avance. Un comentarista político resume esta dinámica indicando que, a pesar de toda la pérdida y el dolor de este duro proceso, junto con remover los escombros, el Gobierno y el Congreso deberán tener la generosidad y el espíritu republicano suficiente para encontrar puntos de acuerdo y resolver los temas focales del malestar social que conmueve al país entero.

Es necesario, entonces, que los principales actores de este prolongado drama asuman con visión de futuro la tarea de extender los puentes de acuerdo, para alcanzar el bien superior de todos los chilenos y chilenas. Por ahora, aún se les observa entrampados en procesos que deben generar una salida pronta, con la búsqueda del mejor consenso, con renuncias de ambas partes que permitan dejar trazada la ruta más conveniente para trabajar en la nueva Constitución.

En otro sector, de cotidiana visibilidad, está la acción del Ejecutivo, que hasta la fecha no ha podido exhibir una ruta coherente, un plan mayor que identifique con claridad los objetivos y las metas por cumplir. Esta incoherencia se aprecia, por ejemplo, en paquetes de medidas cuyos efectos y beneficiarios resultan confusos y, por lo general, se entregan muy por debajo de las expectativas de las personas, como el caso de los bonos, que pueden ser entendidos como transacciones para término de conflicto, sin comprometer una reevaluación del valor del trabajo, en los tiempos que corresponda.

La posible causa de la continuación de las marchas por determinados colectivos sociales se puede encontrar en la falta de respuesta para los grandes problemas colocados sobre la mesa. Si bien es cierto, hay violencia y destrucción en las calles, aspecto que obliga a revisar los estándares y protocolos admisibles de nuestras instituciones policiales y FF.AA. para operar como mecanismos disponibles y garantes en el restablecimiento de la seguridad y el orden público, de igual modo, no se deben postergar los esfuerzos por avanzar en atender las demandas básicas, es decir, cambios estructurales en los sistemas de salud, en una educación tendiente a la calidad para todos los jóvenes, en pensiones que aseguren la dignidad de los jubilados y las jubiladas.

Los chilenos están a la espera de líneas de acción claras para seguir con sus vidas con confianza en un futuro mejor. Sin esta perspectiva, el sacrificio de tantos, en todos los sectores de la ciudadanía, sería estéril.

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