Editorial

El imperioso deber de ponernos de acuerdo

Se requiere establecer ámbitos de encuentro, con las agrupaciones ciudadanas, o colectivos sociales, es esa la instancia necesaria e indispensable, para encontrar los canales que recojan las ideas de las personas, para definir qué clase de país queremos tener.

Por: Editorial Diario Concepción 31 de Octubre 2019
Fotografía: José Francisco Zúñiga | Agencia UNO

Por todos los medios, cada uno de nosotros ha conocido las diversas demandas de la ciudadanía. No es una lista interminable que no pueda ser enfrentada, pero exige diferentes etapas; algunas de ellas inmediatas, otras de más compleja, aunque igual de urgente tramitación, que son imposibles de implementar en plazos breves.

Desigualdad y exclusión social, descentralización de las decisiones, violación de los derechos humanos, una nueva Constitución, el término de zonas de sacrificio, desvinculación entre autoridades y demandas ciudadanas, violencia en nuestra sociedad que afecta a niños y adolescentes, ausencia de espacios democráticos y de toma en conjunto de las decisiones, cuando se consulta a una agrupación de ONG regionales.

Por otra parte, sueldos insuficientes e injustos, altos precios relativos de servicios básicos, bajas pensiones, desigualdad económica, acceso a la salud, transporte, precio de medicamentos, desigualdad en la calidad de la educación, si se observa una encuesta reciente, a nivel nacional.

Hay otro factor que, de más difícil cuantificación, está siempre presente; los sentimientos de los chilenos, su personal percepción de cuán cerca o lejos están de su idea de felicidad, de satisfacción, de estabilidad y paz, sus certezas con respecto al futuro de sus familias y, por otra parte de qué modo la actual situación de Chile, afecta esas básicas necesidades y aspiraciones.

En la encuesta nacional mencionada, se descubre que el 53.3% de los chilenos siente rabia, un 50.4, inseguridad y un 49.3%, tristeza. Cierra este diagnóstico el hecho que, para tres de cada diez chilenos, lo que ocurre genera esperanza o reflexión o miedo. Por otra parte, al inquirir por la confianza en la capacidad de Chile o sus políticos para resolver la situación, esta es descrita como poca o nula por el 52.5% de las personas y, más gravemente aún, para el 59% de los encuestados existe en las actuales circunstancias una amenaza para la democracia.

Desde todos los colectivos ciudadanos se expresa la necesidad de restablecer el diálogo, pero no parece haber claridad en lo relativo a los interlocutores, quienes son los actores representativos de las partes.

Es obvio que el Gobierno es una parte, pero hay mucho menos claridad en los otros que debieran ser convocados, ante la multiplicidad de integrantes en estas manifestaciones y protestas. Es una severa prueba para la democracia, que requiere del pueblo, es decir, de todos nosotros, para mantenerla cuando se ve transgredida o amenazada.

Se requiere entonces establecer ámbitos de encuentro de aquellos que desean actuar en el marco del estado de derecho, con la denominación que se acuerde dar a las agrupaciones ciudadanas y a los colectivos sociales.

Es necesario e indispensable encontrar los canales para que se expresen las ideas de las personas, las próximas y personales y aquellas que se plantean para definir qué clase de país queremos tener.

Una tarea de esa magnitud no se puede realizar de los modos tradicionales, no son suficiente los encuentros entre la clase política con el Ejecutivo, porque ambos están justamente interpelados por la ciudadanía, por su lenta o nula respuesta a sus problemas y que los tiene en este momento inmersos en un tardío reconocimiento de culpas, negligencias y olvidos.

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