Editorial

Intranquilizadoras señales de la educación pública chilena

No es esta la única institución de la educación pública que está en problemas, nuestra propia región ha tenido situaciones de alta conflictividad en las instituciones de educación pública, es necesario buscar las causas profundas.

Por: Editorial Diario Concepción 20 de Octubre 2019
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Faltó poco para que la ministra de Educación fuera acusada constitucionalmente, no hubo acuerdo, pero, para la ciudadanía en general, este era un caso de implicancias políticas, en el trasfondo, la jefa de la cartera estaba por pagar los platos rotos de una reforma educacional con incontables forados, siendo uno de los más visibles el deterioro de la educación pública, descrita por algunos como desmantelamiento, un tema de suyo debatible cuya biopsia está todavía pendiente.

El caso emblemático del país, como una punta de iceberg, es la situación del Instituto Nacional en el centro de la polémica por un espiral creciente de violencia, con molotovs en los patios, encapuchados con overoles blancos aleccionando estudiantes y constantes enfrentamientos con carabineros.

La discusión está centrada en cómo terminar con esta situación y devolver la paz a esa institución entrelazada con el nacimiento de la República, la más de las veces con medidas específicas, que probadas una y otra vez no consiguen su cometido. Es entonces necesario mirar este fenómeno de mayor distancia, recordar, por ejemplo, que el Instituto fue uno de los colegios que lideraron la llamada Revolución de los pingüinos de 2006, siendo la reforma de la “municipalización” uno de los aspectos más criticados, descrito como uno de los principales problemas de la educación pública.

La más reciente situación hace reconocer a la actual directora del Instituto Nacional que fueron sobrepasados por las circunstancias, luego de los hechos de violencia en los que un grupo de encapuchados incendió una sala de inspectores. Los distintos actores se culpan entre sí, pero tiene que haber una razón, además de recurrir a la teoría conspirativa, por mucho que existan grupos que quieran obtener ventajas estratégicas de la situación.

Para la ministra de Educación “lo que hay que hacer es apoyar la gestión que tiene que hacer Carabineros, para que efectivamente se detenga a quienes están incurriendo en estos hechos de violencia extrema”. La voz de los estudiantes, por otra parte, no ha tenido parecida cobertura, el presidente del centro de alumnos del establecimiento, en una entrevista a un medio de circulación nacional, analiza el origen del malestar, denuncia las carencias que se viven a diario y asegura que si bien condenan la violencia, comprenden su origen.

No es esta la única institución de la educación pública que está en problemas, en nuestra propia región ha tenido situaciones de alta conflictividad, entre otros, el liceo regional más antiguo y emblemático, el Liceo Enrique Molina Garmendia, que presenta una matrícula dramáticamente disminuida, de 300 estudiantes, situación que contrasta con la época de gloria del recinto en los años ochenta, cuando llegó a tener más de 3 mil alumnos.

Los estudiantes dan a entender que faltan profesores preparados para entregar valores suficientes y necesarios, “que no vaya a ser una formación tóxica del estudiante, que no te transmitan anti valores”. Además de describir condiciones deficitarias de infraestructura, mobiliario y servicio sanitarios.

El gobierno tiene que dejar estas situaciones en absoluta transparencia, no se debe olvidar que sublata causa tollitur effectus, tener absoluta certeza que la educación pública está recibiendo la atención que se merece para cumplir con la promesa de educación de calidad para todos los niños y jóvenes chilenos.

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