Editorial

La lectura regional de los mensajes presidenciales

En el fondo, la realidad no ha cambiado, apenas el discurso, con más promesas, así, sigue habiendo una capital y muchas regiones y entre ésta y aquellas una diferencia abismante.

Por: Editorial Diario Concepción 02 de Junio 2019
Fotografía: Agencia UNO.

La descentralización ha sido una palabra tan abusada que se corre el riesgo de perder la profundidad de su significado, mientras tanto, episódicamente, coincidiendo con la visita de connotadas figuras del ejecutivo o la proximidad de eventos electorales  se transforma en una suerte de  trasnochada bandera de lucha que  permite entusiasmar a idealistas, dando la imagen de conveniente dinamismo a una situación inaceptablemente estática, salvo movimientos aparentes cuyo resultado neto más que probablemente no es el requerido aumento de la capacidad de maniobra autónoma de las regiones.

Se han sucedido varios períodos presidenciales, que en este aspecto, al examinar sus propuestas de campaña, la descentralización ocupaba un lugar preminente, con encendidas declaraciones todas las veces y cientos de menciones en mensajes  a todo nivel, sin embargo, en el fondo, la realidad no ha cambiado, apenas el discurso, así ésta consiste en que hay una capital y hay regiones y que entre ésta y aquellas hay una diferencia abismante.

Un Chile segmentado, con hipertrofia de centro y raquitismo de periferia,  con serias dificultades en el aparato motor, igual de asimétrico, más un síndrome misterioso, inaccesible y persistente que no le permite ver que está en trayectoria de colisión, al dar por consagrado el derecho de la capital metropolitana a crecer como sea necesario sin reparos de costo y otorgar graciosamente mercedes paternalistas a las demás regiones, en una especie de absolutismo, pero poco ilustrado, ya que no observa el lastre para el desarrollo resultante de permitir tamañas asimetrías en el territorio, con zonas que no pueden expresar a totalidad sus potenciales para el bien común.

Se encuentra ad portas la instauración de una nueva figura de poder regional, el Gobernador, elegido por la ciudadanía de las regiones, interpretando ese gesto como un avance, sin detenerse en sus atributos, un tanto a la chilena; ya vendrán, o el nombramiento actuará como acelerador del cambio, según las declaraciones de sus proponentes, que quieren ver es esa dinámica una diferencia sustantiva.

Se ha descrito apropiadamente, aunque más nominalmente, los procesos propios de la Descentralización Administrativa, con una agenda en construcción para de traspaso de competencias. la creación, en cada Gobierno Regional de cuatro Servicios Públicos Regionales, en los cuales se aprecia algún grado de avance, indispensable para las grandes tareas, el fomento productivo y e innovación, el desarrollo social, la infraestructura, tanto como el impulso a las actividades culturales, ciencia y tecnología.

Ante un nuevo mensaje presidencial se espera cuánto de aquello ocupa la agenda, cuánto habrá de retórica políticamente correcta y cuánto de hechos concretos, por lo pronto la última visita del Primer Mandatario ya ha sepultado el tercer dique y enviado al Nirvana el proyecto el Metro, delegando el pronunciamiento a los inefables y anónimos equipos técnicos con plazos indefinidos.

Tenemos que asumir, sin embargo, que el principal escollo no es la indiferencia o las maniobras dilatorias de la capital del reino, sino los propios habitantes de la región, quienes, por su silencio, parecen dar pie a la idea, deseablemente falsa, que no les importa, o que no tenemos representantes con el peso necesario para dejarnos en el centro del escenario.

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