Editorial

Los solapados tentáculos de la corrupción

Lo que falta por dilucidar es si se trata de situaciones aisladas o si son sistémicas, si se ha llegado a un punto de funcional ceguera ante la imposibilidad de actuar conforme a la ley.

Por: Editorial Diario Concepción 24 de Mayo 2019
Fotografía: Contexto

El título no tiene intenciones analógicas, corresponde más bien a sus acepciones de diccionario, para la zoología, un tentáculo es un órgano alargado, flexible y móvil que generalmente se utiliza para agarrar y alimentarse, en algunos casos como órganos manipuladores y muchos como órganos sensoriales. La segunda acepción es todavía más esclarecedora, es el poder o fuerza que tiene algo o alguien, especialmente, la que sirve para extender la influencia, el dominio o la presión a diferentes puntos.

Se ha estado extendiendo la corrupción a modo de tentáculos invisibles y lentos, posiblemente por décadas, ya que ha existido desde siempre, pero de modo solapado, es decir, malicioso, hipócrita, taimado, astuto, cauteloso y sutil, para utilizar sólo algunos de sus numerosos descriptores, tantos como los recursos que se utilizan para dejarla debajo de la alfombra. Faltaría anotar la corrupción por contagio interesado, para conseguir cómplices, acallar conciencias y comprar silencios.

Están en curso los procesos en Carabineros y el Ejército, con una espectacular danza de millones. En pleno desarrollo, sin saber si se ha realmente encontrado el extremo de la hebra, el complejo asunto del poder judicial, que tiene a la ciudadanía perpleja o confusa, ante la imposibilidad de saber quién tiene la razón, sin mencionar manipulaciones probables de la base de datos estadísticos más importante del país, un hecho grave que no termina de desplegarse. En ese ámbito de fractura, se conoce la impactante noticia de las celdas VIP.

No es difícil asociar estos aposentos con toda suerte de comodidades, con lo que ya se ha conocido en casos de prisión negociada con los más poderoso actores del narcotráfico internacional, que parece ser la actividad que soporta todos los extremos de criminalidad y corrupción, ante el duro poder del dinero sin restricciones, disponible para comprar lo que haga falta incluyendo personas o conciencias.

Como es de esperar, esta situación mantiene tensionadas a las organizaciones al interior de Gendarmería, ya que algunos acusan que la permisividad con los reos podría responder a las pocas herramientas que tienen los gendarmes para enfrentarse a la población penal, o que puede ser una forma perversa de conseguir mayor control de la población penal, dominada, a su vez, por una jerarquía interior de los propios reclusos.

Para el presidente de la Asociación Nacional de Oficiales Penitenciarios, “cuando un oficial no es capaz de decirle a un interno que viene a pedir una televisión de 45 pulgadas, es porque simplemente no tiene la capacidad de administrar”. Hace una declaración que la ciudadanía puede estimar como obvia, al considerar inconcebible negociar con los reos “es solamente la potestad del alcaide y la mala utilización de sus atribuciones las que han generado estas situaciones irregulares al interior de la cárcel”.

Para otros, es un secreto a voces la ocurrencia de este tipo de situaciones irregulares, lo que falta por dilucidar es si se trata de una situación aislada o si es sistémica, si se ha llegado a un punto de funcional ceguera ante la imposibilidad de actuar conforme a la ley, porque si así fuera, es sólo otro de los indicadores que han venido revelando falencias serias en el control de las instituciones, que las supervisiones son incompletas , que la indispensable tarea de rendir cuentas está todavía imperdonablemente ausente.

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