Editorial

Impacto negativo de la desinformación en las campañas de vacunación

Mientras quede la posibilidad de dejar a niños desprotegidos, aunque parezca satisfactorio que sean solo el 10%, no puede cesar el esfuerzo por educar a las personas, saber por qué algunos padres han optado por no vacunar a sus hijos.

Por: Editorial Diario Concepción 10 de Abril 2019
Fotografía: Archivo

En 1998, el médico británico Andrew Wakefield publicó un estudio donde aseguraba que la vacuna triple vírica -para prevenir la rubéola, el sarampión y las paperas- podía provocar autismo. En 2004 se descubrió que había falseado los datos y que su motivación habría sido una millonaria demanda colectiva contra los laboratorios productores de esta vacuna.

El pasado 5 de marzo, en Annals of Internal Medicine, un grupo de investigadores daneses informó, tras monitorear a 657 mil niños, que no había sido posible establecer una relación entre el autismo y la vacuna triple vírica. Lamentablemente, llegaron 21 años tarde. El sarampión no solo se está transformando en una crisis en Europa, en Sudamérica ya hace estragos en países como Venezuela o Costa Rica y da señales preocupantes en el nuestro.

El estudio de los investigadores daneses ha tenido escasa difusión, mientras el movimiento antivacunas sigue siendo impulsado por grupos misceláneos en las redes sociales, otra forma de posverdad que en este caso está dañando severamente los programas de salud mundial.

En nuestro país esta situación ha tenido impactos importantes, determinando que el alcance de los programas de inmunización se está reduciendo, por ese motivo el Ministerio de Salud ha emprendido recientemente un estudio, ante la presencia de problemas a la hora de poner en marcha los operativos de vacunación, sobre todo en las regiones más pobladas, se busca entender por qué en algunas zonas más grandes y con mejor cobertura de salud, las personas se vacunan menos.

La situación muestra indicadores inquietantes, para empezar la cobertura de vacunas ha mostrado una baja tanto en recién nacidos como en los escolares. Por ejemplo, la vacuna BCG, que se aplica a recién nacidos para protegerlos contra la tuberculosis, pasó de cubrir al 99,5% de su población objetiva en 2008, al 94% en 2016, de acuerdo con las últimas cifras disponibles en el Ministerio de Salud.

Según los datos de Minsal, las regiones Metropolitana, de Valparaíso y del Bío Bío, pese a su mayor conectividad, cobertura de salud y educación, muestran en ocasiones bajas más pronunciadas en sus índices de vacunación respecto de sectores más alejados. En Concepción, por ejemplo, la cobertura contra la polio llegó al 80% en 2017. En Valparaíso, al 78%.

Como ocurre en otras situaciones, estas cifras de los promedios ocultan parte de la verdad, en este caso, el porcentaje podría ser diferente y peor si no fuera porque en zonas rurales, y en grupos de la población la única opción de salud es el consultorio y allí se condiciona la entrega de leche, en este caso, a cumplir con el calendario de vacunación y, por lo tanto, las coberturas son altísimas. En cambio, en los sectores más acomodados se ha instalado el rechazo, basado en el falso estudio de fines de los 90, sin querer cambiar de opinión a pesar de las evidencias en contrario.

Aun así, por el trabajo ordenado y la amplia cobertura a del sistema de salud chileno, los índices de vacunación se mantienen dentro de los rangos aceptables, por sobre 85% o 90%, siendo uno de los países con mejor cobertura en la Región.

Mientras quede la posibilidad de dejar a niños desprotegidos, aunque parezca satisfactorio que sean solo el 10%, no puede cesar el esfuerzo por educar a las personas, saber por qué algunos padres han optado por no vacunar a sus hijos.

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