Editorial

La concreta amenaza del aumento regional del narcotráfico

El Informe Mundial sobre las Drogas, de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, del año pasado, señala que “Chile se ha convertido en un punto de llegada de narcóticos en Sudamérica y en un sitio de lanzamiento de drogas hacia Australia y el Sureste Asiático”.

Por: Editorial Diario Concepción 27 de Diciembre 2018
Fotografía: Referencial

La delincuencia no da espacio a las vacilaciones o las tibiezas, no se trata sólo de esperar que cambie la sociedad entera para transformarla en un colectivo idílico, en el cual no haya razón para delinquir. Terminar con todas las injusticias e inequidades para hacer desaparecer las causas aludidas como responsable de la delincuencia, que hacen relativizar su impacto y acortar el alcance de la justicia. En el intertanto, hasta que las eventuales circunstancias causales se corrijan, la sociedad, como está ahora, debe ser protegida.

Por otra parte, hay incentivos enormes para actuar fuera de la ley, en magnitudes casi imposibles de imaginar, como es el caso del tráfico de drogas, que se cierne como una concreta amenaza para la nuestra región. Si bien es cierto, este problema ya está instalado en numerosos enclaves de las urbes regionales, su impacto puede resultar insignificante relativo a los niveles que puede alcanzar si no se toma conciencia de los cambios que empiezan a observarse en el narcotráfico nacional.

Efectivamente, se ha registrado que el narcotráfico marítimo se está trasladando desde los puertos del norte a los del centro del país. Según la información provista por el Ministerio Público, a través del Observatorio del Narcotráfico en Chile de la Fiscalía Nacional en conjunto con el Departamento de Inteligencia Marítima, entre los años 2016 y 2017, las incautaciones de drogas en los puertos de la zona norte de Chile habrían disminuido considerablemente. Para estas entidades, la razón de este traslado podrían ser las medidas de fiscalización de los cargamentos movilizados a través de la ruta marítima.

Las proyecciones son, por describirlo con mesura, casi ilimitadas, las costas chilenas hacia los continentes de Oceanía, África y Asia representan un mercado en crecimiento. El Informe Mundial sobre las Drogas de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, del año pasado, señala que “Chile se ha convertido en un punto de llegada de narcóticos en Sudamérica y en un sitio de lanzamiento de drogas hacia Australia y el Sureste Asiático”.

Basta con dar una mirada a la situación regional, la cantidad de sitios de embarque o desembarque potenciales, ampliamente utilizados por la pesca ilegal, por ejemplo, para darse cuenta de la fragilidad de las autoridades para lidiar con un mercado que no tiene escrúpulos de ninguna naturaleza, incluyendo la compra de conciencias.

Si la perspectiva de ser un sitio de traslado y tráfico de drogas es alarmante, la correlación entre la producción y el consumo tiene a Chile en el centro de la “cadena de valor” del narcotráfico, según la organización aludida, lo es más. La evidencia de la investigación constata, además, que más que lugar de paso, nuestro país es hoy un emergente mercado de destino, el Reporte Mundial de Drogas de Naciones Unidas nos sitúa como uno de los mayores consumidores de cocaína del continente.

No es difícil intuir el escenario que se presenta como una posibilidad cercana, no escapa seguramente a los organismos locales encargados de actuar ante circunstancias como las descritas, pero si hay que advertir que a menos que se actúe con premura y eficiencia, esta nueva realidad puede, en corto plazo, sobrepasarnos. La experiencia internacional es elocuente e unívoca, no hay segundas oportunidades para lidiar con el narcotráfico establecido.

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