Editorial

Promisorio aumento de la participación electoral de los jóvenes

Por: Editorial Diario Concepción 23 de Octubre 2018
Fotografía: Archivo

La democracia bien entendida significa la mayor participación posible de los integrantes de la sociedad en la toma de decisiones relativas al destino común, a los objetivos colectivos del país, se mejora con  la diversidad, con la inclusión. Pero, además por la calidad de los que participan, su vocación ciudadana y nivel  intelectual, su grado de compromiso y responsabilidad.

En ese ámbito, así como el aumento de la participación de las mujeres en la política beneficia a la sociedad en su conjunto, la presencia de jóvenes en puestos de toma de decisiones beneficia a todos los ciudadanos y no solo a ellos mismos.

La situación tiene mucho espacio para mejorar. En efecto, la Unión Interparlamentaria (UIP) informa que las personas entre 20 y 44 años representan el 57% de la población mundial en edad de votar. Sin embargo, solo el 26% de los parlamentarios que resultan electos se encuentran en ese  rango etario.

A mayor detalle, la organización informa que los jóvenes menores de 30 años representan el 1,9% de los parlamentarios en todo el mundo de y más del 80% de las cámaras no tienen diputados menores de 30 años.

En 2016, los miembros de la UIP respaldaron el documento “Rejuvenecer la democracia, dando voz a la juventud”, basado en los principios promovidos por los jóvenes parlamentarios de la UIP: “No hay decisiones sin nosotros”, que explica cómo los parlamentos y los parlamentarios podrían ayudar a rejuvenecer la democracia y dar a los jóvenes del mundo una voz en la toma de decisiones políticas.

Al hacer un análisis crítico de las cifras de los votantes en la recién pasada elección presidencial chilena, se observó que los partidos políticos lograron movilizar al 61% de su militancia para que fuera a sufragar en los pasados comicios. Por su parte, en la reciente radiografía del Servicio Electoral, emerge con claridad el incremento de la participación de jóvenes en ese acto electoral, al compararla con aquella del año 2013, al revisar su votación de segunda vuelta.

Las cifras son bastante evidentes, así, en el tramo de 18-19 años aumentó la participación de 103.525 a 178.722, es decir, un alza de  72%. Del grupo de 20-24 años subió de 288.777 a 475.845, sumando 64% de mayor votación; mientras que en el rango de 25-29 años, de 309.790 a 547.126, se registró un incremento de un 76%. En conjunto, esas cifras se traducen en que la votación de jóvenes entre 18 a 29 años mostró, en conjunto, un 71% de incremento.

Es un indicador extraordinariamente saludable, los partidos políticos tienen por delante el desafío de responder a la esperanza de los jóvenes de participar positivamente en la administración del Estado, del mismo modo, comprender que se trata de un electorado diferente que se mueve por las emociones y no solamente por la racionalidad, por lo que resulta importante impulsar liderazgos que expresen optimismo, renovación y autenticidad y, sobre todo, que sean capaces de motivar a las personas jóvenes con causas específicas, más que con grandes proyectos grupales, convocando a la búsqueda de soluciones concretas.

En este sentido, resulta interesante considerar los resultados de la Encuesta Millennial realizada por Deloitte en 2017. Según esta, solo el 33 % de las y los jóvenes de esta generación apoyan a líderes que toman posiciones controversiales, que dividen a la sociedad o que claman por una transformación radical. Hay, para la política chilena, un posible y necesario nuevo aire.

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