Editorial

Crear la cultura de compartir los espacios viales

Por: Editorial Diario Concepción 19 de Octubre 2018
Fotografía: Agencia UNO

Una de las idiosincrasias nacionales es la convicción que las cosas que no marchan bien se pueden mejorar si se legisla al respecto, “debería haber una ley”, es la introducción al diálogo ante una situación que parece estar fuera de control. Si se acepta esa proposición, quiere decir que habrá cambios notables cuando entre en vigencia la Ley de Convivencia Vial y que regirá para todos los usuarios de las vías: peatones, ciclistas, motoristas y automovilistas.

La puesta en marcha de este nuevo cuerpo legislativo tiene como explicación las crudas cifras relativas a accidentes en el país, siguen siendo altas, a pesar de notables mejoramientos en las vías y señalética, disminución de velocidades máximas, campañas intensas de educación, agregado a los esfuerzos de carabineros y medidas especiales en circunstancias que las requieren.

El año pasado, 1.483 personas murieron en 94.879 accidentes de tránsito; la cifra más alta de los últimos 45 años. En esta fatídica estadística -de acuerdo a datos de la Conaset-, 3.853 siniestros involucraron a ciclistas, en los cuales 95 perdieron la vida, y 10.046 eventos afectaron a peatones, contabilizándose 537 fallecidos. Entre los automovilistas, la causa principal de los accidentes de tránsito fue el exceso de velocidad; en los pedaleros están la imprudencia, el uso de veredas y la falta de elementos protectores como el casco; y en los transeúntes, la imprudencia y ebriedad.

Los tres actores involucrados en esta realidad insatisfactoria tienen tres cosas en común; acusaciones mutuas, limitada capacidad de autocrítica y falta de respeto por el otro. Los peatones acusan a los ciclistas de ocupar todos los espacios, al circular por la vereda, ocasionándoles caídas y atropellos. Por su parte, los ciclistas acusan a los automovilistas de abuso y prepotencia, o falta de respeto a sus espacios de circulación, a su vez, los automovilistas describen a los ciclistas como empoderados, que se han apropiado de las veredas y de las calzadas, serpenteando entre los automóviles, por lo cual, es difícil saber dónde se ubican para no atropellarlos.

Por otra parte, la contienda por la vereda entre ciclistas y peatones es uno de los mayores conflictos de convivencia vial, principalmente, porque estos últimos consideran que ese espacio es suyo, como lo establece la Ley del Tránsito y que los otros debieran usar la calzada, como corresponde a todo vehículo. Al respecto, según un estudio la Mutual de Seguridad, el 72% de los ciclistas encuestados reconoció que se desplaza por las aceras.

La Ley de Convivencia Vial, publicada en el Diario Oficial el 10 de mayo del presente año, al establecer una regulación en el uso de las vías de circulación y dictar normas de comportamiento, pretende modificar las conductas en los usuarios de las vías y la democratización de las calles, y de esa manera velar por el derecho a la movilidad de los chilenos -sean automovilistas, ciclistas, motoristas y peatones- y, al mismo tiempo, buscan reducir las inaceptables cifras actuales de accidentabilidad.

No es ciertamente el primer intento de cambiar las cosa dictando una ley, el cambio deseable es la política de hacerla cumplir, que transgredir la ley tenga una consecuencia efectiva y al mismo tiempo, aumentar el esfuerzo en educación para el respeto mutuo, tarea esta última, que, como la educación cívica, tiene una larga historia de negligencia.

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