Editorial

VIH en alza: una amenaza que debe ser afrontada abiertamente

Por: Editorial Diario Concepción 19 de Abril 2018
Fotografía: Copesa

Se había dado señales de alarma, la juventud chilena en riesgo, con consumo altísimo de drogas y alcohol, una situación preocupante que está a pleno conocimiento de la sociedad y, sin embargo, no ha sido suficiente para que las autoridades gubernamentales implementen medidas efectivas y decididas, detenidas por el omnipresente temor a lo políticamente incorrecto, como si imponer lo que la ley y la razón indica tuviera que pasar siempre ,y en todos los casos, por un implícito plebiscito.

Las nuevas cifras no son alentadoras, la mortalidad en Chile por VIH duplica promedio mundial. Hace unos días, como era de esperar de las instituciones involucradas, cada vez que estas noticias golpean la opinión pública, en este caso, el Ministerio de Salud entregó los primeros lineamientos del Plan Nacional para revertir el aumento de los contagios. El Minsal, junto con informar que en Chile hay casi cien mil personas contagiadas por VIH, y que el cincuenta por ciento de las cuales lo desconoce, observa un sostenido aumento de los casos de los últimos años, afectando a especialmente a los adultos jóvenes.

El Ministro de la cartera señala que la situación reviste especial gravedad, ya que la mortalidad de la enfermedad en el país llega a 2,9 por cada 100 mil habitantes, más del doble del promedio mundial de 1,2. No resulta particularmente difícil concluir -al registrar que en 2017 hubo 5.800 pacientes diagnosticados con el virus, que la cifra se ha duplicado en pocos años y que sigue una tendencia a seguir subiendo-, que la situación dista mucho de estar controlada.

Una de las principales determinantes de este estado de cosas, no es justamente un descuido de las autoridades de salud, ni siquiera un comportamiento inadecuado de las personas, sino la falta de madurez de la sociedad para discutir abiertamente su sexualidad, un aspecto fundamental del ser humano y que, sin embargo, se silencia como si no existiera, o se trata de enfrentar la educación sexual de modo parcial, en una atmósfera llena de recelos y vergüenzas.

Es por eso que para cambiar esta dramática tendencia se requiere de un cambio cultural, pero mientras se produce, un proceso que deja al menos una generación perdida, es necesario trabajar de manera “colaborativa, participativa y comprometida entre la sociedad civil y las sociedades científicas. Sin ellos, esta tarea sería muy difícil de alcanzar”, en la conclusión del Ministro de Salud, al indicar que se requiere tanto un enfoque clínico y como psicosocial.

Según la autoridad, algunas medidas específicas son el facilitar el acceso al testeo y asegurar su disponibilidad en los centros para esos efectos, además de aumentar los centros de salud especializados. Recientemente, desde el mundo político se impulsa la penalización al que contagie a sabiendas, iniciativa que por otra parte se critica por la imposibilidad de probar ciertas implicancias, como son la intencionalidad, las conductas de riesgo, el estado de salud previo de la persona que acusa haber sido contagiada y de aquella a la que se le responsabiliza del contagio, para establecer jurídicamente las responsabilidades.

Se deja de atender adecuadamente a la razón de base, la falta de cultura, la falta de educación sexual, el ocultamiento de una conducta parte inseparable de nuestra humana condición. Abrirse a esta realidad sin falsos rubores es uno de los prerrequisitos.

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