Editorial

Insuficiencias en la planificación urbana

Hay preocupación ciudadana al observar lo que ocurre en las grandes urbes, con limitaciones de superficie para planes inmobiliarios y un fuerte componente de búsqueda de rentabilidades sustanciosas, aprovechando brechas de permeabilidad normativa.

Por: Diario Concepción 05 de Mayo 2017

No fue la primera vez, ni siquiera de las cien primeras, la denuncia de construcciones de enormes dimensiones catalogadas como monstruosas, edificios colectivos para miles de personas en un solo lugar, pueblos enteros del Chile profundo que podría vivir allí, dejando departamentos desocupados. La diferencia está en que esta vez la situación sobrepasó el umbral de la invisibilidad por indiferencia, logrando tocar la conciencia ciudadana. 

Un arquitecto barcelonés, fundador en 1978 de la empresa de arquitectura, Luis Alonso, con su colega Sergio Balaguer, tiene en la actualidad, además de su sede central en Barcelona, oficinas en Santiago de Chile, Rio de Janeiro, Sao Paulo, Bogotá y Lima. La extensa obra de esta oficina, actualmente con más de 700 proyectos dispersados geográficamente en 12 países con edificios de gran altura, hoteles, centros lúdicos y comerciales, viviendas sociales y edificios multifuncionales.

Muy a propósito de lo que ha venido ocurriendo en las grandes ciudades chilenas, con limitaciones de superficie para planes inmobiliarios y un fuerte componente de búsqueda de rentabilidades sustanciosas, aprovechando brechas de permeabilidad normativa, este arquitecto ha escrito ensayos sobre su idea de ciudad, con una descripción que superficialmente parece una amenaza; la ciudad promiscua.

En su manera de ver la urbe, específicamente al criticar el modo como se ha planteado las soluciones habitacionales en Chile: "veo falta de cohesión social, veo guetos unifuncionales, con falta de criterio urbanístico y moral, en zonas de extraordinario valor estratégico, con buenas conexiones de transporte", en una de sus columnas en un medio capitalino.

En contrario con la solución mediante extremos de densificación, propone la generación de mayor promiscuidad funcional en los barrios, entendiendo esto como la sobreposición de todo tipo de usos y actividades. Insta a la clase política, en este caso a los actores que deben tomar las decisiones de cómo y donde se construye en la ciudad a dar mayor voz al ciudadano en la forma de cómo hacer los nuevos barrios, hacer más amable la ciudad.

En claro contaste con edificaciones monumentales aisladas en su propia masividad, funcionales para residir y prácticamente nada más, propone compatibilidades olvidadas, que fueron el modo de hacer las ciudades de antes, que persiste en pueblos pequeños, la mezcla intensa de usos. "Todo uso es compatible con otros, la vivienda es compatible con oficinas; las oficinas son compatibles con equipamientos públicos; estos últimos son bibliotecas, jardines infantiles, centros de adulto mayor y todo eso forma parte de la promiscuidad funcional".

La herramienta de la ciudad para evitar abusos, para proteger el bien común y buscar equilibrios entre las necesidades y las existencias, son los planos reguladores, sin embargo, solo un tercio de las comunas chilenas tiene uno y si no existe, o ha perdido vigencia, se pueden producir brechas que permiten intervenciones con impactos negativos, o claro abuso de los espacios de todos los ciudadanos.

La calidad de vida de los ciudadanos chilenos está en riesgo, sobre todo en las grandes ciudades; es imperiosa una pausa para la reflexión, las iniciativas que buscan recuperar los barrios, devolver los espacios, transformar los entornos a escala humana, son de una evidente prioridad.

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