Editorial

Expectativas para un Ministerio de Ciencia y Tecnología

Como ha ocurrido con otras iniciativas aprobadas en el actual gobierno, ésta no tiene claridad en los montos que se comprometerán para asegurar el desarrollo de la ciencia y la tecnología del país.

Por: Diario Concepción 31 de Enero 2017

Se ha celebrado como un gran acontecimiento. Es posible que así pueda llegar a ser, aunque, por el momento, tiene todavía por delante algunos espinosos asuntos que resolver, a pesar que responde a muchas consideraciones que el mundo de la ciencia ha venido haciendo, por décadas, al firmarse el proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología.

La Presidenta Michelle Bachelet, al firmar este proyecto que crea una nueva institucionalidad para la ciencia, declaró que la iniciativa había demandado más tiempo que lo que debía, por la intención de que fuera consistente y fruto de un diálogo paciente, después de recoger información de varios organismos, como la Ocde, la Comisión Asesora Presidencial, de grupos científicos y del Congreso. A esta parte del prólogo, ya es posible apreciar la existencia de las primeras visiones discrepantes, no todos los que debían ser oídos tuvieron la oportunidad, o sencillamente no fueron parte en la elaboración de un proyecto como éste, que atañe a un número importante de instituciones.

A la primera mirada ya existe un cambio o intencionalidad diferente y positiva, para Mario Hamuy, presidente de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), el nuevo ministerio une "espacios que ahora están dispersos en distintos estamentos". Describiendo a título de ejemplo, la situación de la Iniciativa Científica Milenio, que depende del Ministerio de Economía y que, en esta nueva entidad, pasaría a ser parte del flamante nuevo Ministerio. 

Este organismo albergaría una variedad de iniciativas que estaban acogidas en otras reparticiones, así, la nueva Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, por ejemplo, reemplazará al actual Conicyt, y, por tanto, realizará las tareas y funciones que éste actualmente ejecuta. Sin que quede claro cómo se pretende cambiar la confusa situación que ha vivido este último organismo, con presidentes que se sucedían unos a otros, ante la imposibilidad de ordenar innumerables situaciones irresueltas y con una crónica deficiencia en financiación. 

El nuevo ministerio tiene, desde su inicio, el riesgo de las altas expectativas y la sombra de las opiniones faltantes, como el lugar que ocupan las áreas de Arte y Humanidades, que han expresado su sensación de abandono o postergación. 

Como otras iniciativas aprobadas en el actual gobierno, esta última no tiene claridad en los montos que comprometerán para asegurar el desarrollo de la ciencia y la tecnología del país y su reglamentación orgánica.

Para ex directivos de entidades de similar conformación, los fondos que se asignen a la repartición están directamente relacionados con su jerarquía, partiendo de la base que las actividades de investigación, desarrollo e innovación, tradicionalmente, ha tenido la posición del hermano pobre, propia de un presupuesto que representa el 0,38% del Producto Interno Bruto (PIB), cifra por debajo del promedio de los países asociados a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), que dedica a este rubro el 2,36% del PIB.

Se espera que el nuevo ministerio pueda corregir postergaciones como las expuestas por los científicos chilenos, mal rentados, con contratos inestables de trabajo. Se espera que un Ministerio de la Ciencia sea capaz de poner la ciencia chilena en el sitial que le corresponde y que el país requiere con urgencia.

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