Editorial

El incordio de la tarea para la casa

Es ciertamente lamentable que sin madurar un diagnóstico y en ausencia de los actores más idóneos, aquellos que conocen por experiencia directa, las reales circunstancias, se presenten proyectos de ley y se abran frentes evitables de confrontación.

Por: Diario Concepción 02 de Noviembre 2016

Hay algo desconcertante en algunas iniciativas del gobierno y sus principales actores, una falta de sintonía, con las necesidades y el modo de ser de la mayoría de chilenos, muy sorprendente, porque sería deseable pensar que pasados más de dos años a tropezones debería haber una mayor sensibilidad para reconocer de antemano cuáles propuestas podrían sacar más ronchas que lo razonable, pensando que no hay modo de evitarlas cuando se pretende cambiar algo. Solo que las molestias no se justifican cuando la iniciativa está llena de forados y resultan en incordios inútiles, que perfectamente podrían haberse evitado.

Ha estado entre las discusiones más frecuentes, como si hiciera falta, la polémica frente al proyecto de prohibir que los profesores den a sus pupilos tareas para la casa. La ministra de Educación sugirió que en una primera instancia no habría tareas para el fin de semana, según lo expresado a la Comisión de Educación del Senado en el marco de la discusión del proyecto de ley que busca evitar el exceso de tareas escolares que se envían al hogar, el cual fue presentado por parlamentarios de la Nueva Mayoría.

Se ha manifestado que las tareas para la casa pueden ser una maniobra de algunos profesores para no darse el trabajo de enseñar cómo se debe, que con la excusa de favorecer los aprendizajes o incentivar la responsabilidad por la resolución de problemas, no hacen su trabajo como corresponde y transfieren el esfuerzo a los niños y jóvenes quienes, después de una larga jornada escolar no tienen, ni el tiempo, ni las ganas.

Si eso ocurriera, sería altamente reprobable, pero en condiciones normales de la buena educación, la tarea es un complemento al trabajo del profesor, no es sustitutiva de su labor, aunque puede tratar de una materia que no se haya visto en clases, está relacionada con el tema en cuestión y ofrece la oportunidad de profundizarla, o mejorar su comprensión. Como parece lógico, tanto el tiempo como las dificultades deberían ser objeto de cuidadosa planificación por parte de quien las encarga.

Como suele ocurrir, esta propuesta se basa en las condiciones evidentemente erróneas e incluso abusivas de algunos profesores, para muchos padres, obligados a prestar asistencia ante la envergadura y complejidad de las tareas, es obvio que existe aquí una oportunidad más que clara de poner los puntos sobre las íes, entre otras cosas, su propia disponibilidad y tiempo, sus competencias para prestar auxilio y la siempre posible confusión de roles o de interpretación.

Aunque el asunto es importante de discutir, lo lamentable es que una vez más se pretende afectar la libertad de los profesores, y una vez más se desprecia su trabajo y su criterio, se ha sentido como un nuevo agravio, ya que se propone legislar inconsultamente sobre un asunto muy pertinente a la tarea profesional de los maestros y hacer tabla rasa, basándose en determinadas circunstancias negativas y de poco criterio. Las tareas para la casa, bien planeadas, pueden ser una continuación constructiva y motivadora en el proceso continuado de aprender.

Es ciertamente lamentable que sin madurar un diagnóstico y en ausencia de los actores más idóneos, aquellos que conocen por experiencia directa, las reales circunstancias, se presenten proyectos de ley y se abran frentes evitables de confrontación. Los legisladores no parecen saber cómo deben hacerse las tareas.

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