Editorial

El deber de buscar el bien común

No es filosofía elemental, o un ejercicio ocioso, es una meta a la cual podemos acercarnos siempre y cuando estos valores sean sentidos como indeclinablemente indispensables para hacer una patria mejor.

Por: Diario Concepción 19 de Septiembre 2016

No es filosofía elemental, o un ejercicio ocioso, es una meta a la cual podemos acercarnos siempre y cuando estos valores sean sentidos como indeclinablemente indispensables para hacer una patria mejor.

 

Según Emilio Graglia, doctor en gobierno y administración pública argentino, las políticas públicas, para merecer el denominador de tales, deben orientarse y alcanzar una calidad de vida deseada como bien común, si no lo hacen, las actividades estales; del gobierno y de la administración pública, no cumplen con ese propósito indispensable y pierden ese carácter. 

Para una corriente de pensamiento, el bien común no consiste en la simple sumatoria de bienes particulares de cada uno de los sujetos del cuerpo social, sino lo que pertenece a todos y a cada uno de sus componentes y permanece común, porque es indivisible y porque toda la sociedad en su conjunto lucha por alcanzarlo, trata de acrecentarlo, o evita perderlo. De existir, es custodiado y en la medida de lo posible, mejorado por la acción mancomunada de todos los involucrados.

Se ha descrito a los tiempos actuales como uno de pérdida de valores, o por lo menos de pérdida de la fuerza que estos valores ejercen en la sociedad, con muchas señales alarmantes de lo que sucede a los grupos humanos cuando estos marcos éticos o morales pierden consistencia o definición, cuando de absolutos que pueden llegar a ser, se transforman en simples declaraciones de buenas maneras, de objetivos deseables, correctos, pero inalcanzables o imprácticos, como si fueran utopías que la realidad se ha encargado de poner en su lugar, mirados en general con escepticismo.

En la polémica sobre la salida de la filosofía del plan de estudios, se ha ironizado en el sentido que estando esa asignatura hasta aquí presente, no ha servido de mucho, sin embargo, esta circunstancia da más bien cuenta de los mejoramientos que habría que hacer en el modo de enseñarla, para que su valor se hiciera claramente evidente, que pudiera marcar nítidamente la diferencia entre aquellas sociedades educadas en la capacidad de pensamiento crítico y otras que obedecen indistintamente a los estímulos que les presenten, según sus apariencias inmediatas.

Para el Papa actual la búsqueda del bien común es la búsqueda del desarrollo integral, de modo tal que diseñar políticas de bien común es buscar políticas que permitan el desarrollo integral del hombre en la sociedad, con algunos valores, que si bien pueden ser diferentes para determinados colectivos, casi siempre incluyen cuatro de ellos; verdad, libertad, justicia y solidaridad. 

La sociedad chilena está experimentando los resultados de la trasgresión a algunos o muchos de estos valores, en diversos órdenes de magnitud, se ha generado un ambiente negativo que es urgente reparar, ya que no es sostenible aceptar que se falte a la verdad, a la justicia, a la solidaridad y a la libertad, que muchos de quienes luchan en las calles olvidan como derecho natural e inalienable de los demás.

Se aproxima una nueva oleada de negociaciones colectivas o protestas por razones varias, la dinámica de la sociedad retomará su marcha impaciente en los últimos meses del año, sería deseable esperar que predomine el respeto a la verdad, la honestidad y las buenas prácticas, que no se confunda la libertad con anarquía, que se pueda hacer justicia, que la gente de Chile pueda ser auténticamente solidaria.

No es filosofía elemental, o un ejercicio ocioso, es una meta a la cual podemos acercarnos siempre y cuando estos valores sean sentidos como indeclinablemente indispensables para hacer una patria mejor.
 

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