Diario Concepción Radio UdeC TVU Noticias La Discusión
Editorial

Las olvidadas virtudes cardinales

Con las prisas de la modernidad parecen haberse olvidado algunas virtudes fuertemente custodiadas por siglos, aunque por sus dificultades de cumplimiento han sufrido indiferencia y olvido, pero que resultan ser, si se les examina reflexivamente, lecciones perfectamente aplicables a acontecimientos recientes, cuando se observa el resultado de la ausencia de estas viejas virtudes cardinales, mediante las cuales se aseguraba llevar una vida conforme al buen juicio, a obrar correctamente.

Por: Diario Concepción 15 de Agosto 2016

Con las prisas de la modernidad parecen haberse olvidado algunas virtudes fuertemente custodiadas por siglos, aunque por sus dificultades de cumplimiento han sufrido indiferencia y olvido, pero que resultan ser, si se les examina reflexivamente, lecciones perfectamente aplicables a acontecimientos recientes, cuando se observa el resultado de la ausencia de estas viejas virtudes cardinales, mediante las cuales se aseguraba llevar una vida conforme al buen juicio, a obrar correctamente.

Desde antiguo se ha descrito estas cuatro virtudes, como condición indispensable para vivir apropiadamente, ya que cuando faltan se observan signos inquietantes, fáciles de reconocer y presentes agudamente en la actualidad, no las virtudes, sino las consecuencias de no tenerlas; prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Por arcaico que suene, en el fondo, aunque sea con otras palabras, a todos nos gustaría que esas virtudes estuvieran en el repertorio de quienes nos rodean.

Si la prudencia está ausente o es poca, falta la calma para adoptar la mejor decisión, actuar precavidamente a base del buen juicio; si la justicia no funciona como es debido, no se le da a cada quien lo que le corresponde, o los premios o los castigos. Si falta la fortaleza, si no se tiene la virtud del valor y la constancia para perseverar, es difícil lograr el bien que se busca. La cuarta no es menos exigente, la templanza, una virtud mediante la cual es posible gobernar y encauzar los instintos, tiene que ver con la sobriedad y la propia ética.

Para empezar sería recomendable hacer un repaso, personal y reservado, para ver en qué pie se encuentran estas virtudes en nosotros cuando actuamos cotidianamente en este valle de lágrimas.

Etiquetas

Notas Relacionadas