Empresas y gremios del Biobío se capacitan para aplicar la nueva herramienta para identificar qué actividades son amigables con el Medio Ambiente.
La Región del Biobío, históricamente vinculada a la industria forestal, la manufactura y la pesca, se enfrenta hoy a un nuevo marco de referencia que puede redefinir su posición en la economía nacional y global: la Taxonomía de Actividades Económicas Ambientalmente Sostenibles de Chile (T-MAS), presentada oficialmente por el Ministerio de Hacienda.
La herramienta, de uso público y voluntario, busca establecer un lenguaje común para identificar qué actividades económicas son realmente sostenibles, ofreciendo mayor certeza a inversionistas, instituciones financieras y empresas. La meta: movilizar recursos hacia sectores que aporten a la acción climática y eviten el llamado greenwashing, o “lavado verde”.
“La T-MAS no es vinculante, es decir, no impone requisitos obligatorios sobre las empresas. Se trata de un marco de referencia que introduce un nuevo lenguaje para facilitar la comparación de actividades en distintos sectores económicos”, explicó Sebastián Rivera Yañez, seremi de Hacienda del Biobío.
La región, que concentra una de las estructuras productivas más diversificadas del país, se perfila como un espacio clave para aplicar la taxonomía. Sectores como agricultura, ganadería, silvicultura, pesca y acuicultura, además del suministro de agua, gestión de residuos, construcción e industrias manufactureras, ya han sido considerados en esta primera versión del marco.
“Estamos organizando talleres de capacitación con gremios y empresas locales, para que conozcan cómo aplicar la T-MAS y cómo puede impactar en sus oportunidades de financiamiento y competitividad”, añadió Rivera.
La idea es que las compañías puedan autoevaluarse bajo criterios técnicos verificables y, con ello, fortalecer su posicionamiento en un mercado que cada vez exige mayor trazabilidad y responsabilidad ambiental.
Para Biobío, la llegada de la T-MAS no es un simple ejercicio académico. De acuerdo con el Ministerio de Hacienda, la aplicación de esta herramienta permitirá abrir nuevas oportunidades de financiamiento, especialmente para proyectos alineados con criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza).
Luis Montecinos, dueño de la empresa Celulosa Renaico y Hermanos, destacó el potencial de la iniciativa para impulsar un cambio cultural dentro de las industrias regionales.
“Nuestra misión en Biobío parte de la convicción de que la sustentabilidad ya no es una opción, sino una exigencia. Hemos destinado más del 20 % de nuestro presupuesto anual a prácticas de manejo de bosques certificados, recuperación de suelos degradados y reducción de emisiones, incorporando tecnología de monitoreo y trazabilidad”, señaló.
El empresario agregó que la adopción de estándares como la T-MAS ayuda a legitimar los esfuerzos que las compañías ya están realizando, en un contexto donde los mercados internacionales castigan cada vez más el incumplimiento ambiental.
“Cada proyecto nuevo en nuestra compañía contempla estudios ambientales, participación ciudadana y un retorno social tangible, como empleo, infraestructura y programas educativos. Lo que falta ahora es un marco que dé visibilidad y credibilidad a estos compromisos, y la T-MAS puede cumplir ese rol”, sostuvo Montecinos.
Además del sector productivo, el sistema financiero local también será puesto a prueba. En el corto plazo, bancos y entidades de desarrollo comenzarán un pilotaje con la T-MAS, con el fin de evaluar su aplicación en carteras de inversión y procesos internos.
“Estamos trabajando en una hoja de ruta regulatoria que permita vincular la taxonomía con marcos como la divulgación, el etiquetado o el financiamiento verde, preparando el terreno para una futura adopción obligatoria”, explicó Rivera.
La medida busca otorgar más credibilidad a las llamadas “inversiones verdes”, que hasta ahora han debido enfrentar cuestionamientos sobre su efectividad real.
Rocío Benavente, fundadora de Magnolia S.A., empresa exportadora de flores, quien explicó que “La verdad no tenía conocimiento de esta iniciativa. Al menos por mi parte, nosotros acá en la producción tratamos de llevar a cabo prácticas sostenibles, como la reutilización del agua, el reciclaje de ciertos elementos que se desechan al momento de extraer las flores de la exportación. Sin duda creo que puede ser un beneficio el disponer de este protocolo para poder optar más fácilmente a financiamiento y a la vez prolongar la vida de nuestra empresa obteniendo una forma de ejecutar los procesos de forma sostenible”.
La T-MAS también se proyecta como un insumo relevante para el diseño de políticas públicas regionales. Según Hacienda, se está elaborando un diagnóstico del marco normativo en sostenibilidad, junto con una propuesta de integración de la taxonomía en regulaciones, leyes y organismos clave.
“El impacto del uso de la T-MAS no puede medirse aún de manera cuantitativa, pero esperamos que incentive una movilización de recursos hacia actividades sostenibles. Si las empresas logran autoevaluarse y esto les favorece al solicitar créditos, por ejemplo, podremos ver resultados más concretos en el mediano plazo”, agregó el seremi.
Uno de los ejes centrales de la T-MAS es generar confianza en el mercado. Al proporcionar un sistema de clasificación basado en la ciencia, se busca evitar que empresas o instituciones financieras hagan pasar por sostenibles actividades que no lo son, dañando la credibilidad del sistema.
“La taxonomía surge como una herramienta para poner fin al lavado verde. Al contar con criterios técnicos claros y verificables, se impide que la sostenibilidad se use solo como un argumento de marketing y se transforma en un compromiso real y medible”, indicó Rivera.