Economía y Negocios

Lanas Punto Color: 61 años como parte del tejido comercial penquista

La empresa familiar se ha ido adaptando con el paso del tiempo, siendo la pandemia un punto de quiebre para encontrar nuevos servicios y productos. Hoy incluso realizan talleres para el público.

Por: Christopher Cortez 14 de Mayo 2023
Fotografía: Raphael Sierra

Un ejemplo de modernización y servicio a la economía local. Eso es Lanas Punto Color, tradicional local de Lincoyán #441 que no solamente vende productos textiles al detalle, sino que también lo hace al por mayor para fábricas locales de vestimenta, e incluso recientemente comenzó con la realización de talleres.

En el negocio, que atiende de lunes a sábado, trabajan ocho personas. Tres generaciones de la familia Palomera dicen presente actualmente en Lanas Punto Color, además de mujeres que trabajan allí hace varias décadas y han adquirido conocimientos que les permiten llevar a cabo una atención personalizada.

Paulina Contreras Palomera es la administradora más joven del clan y pertenece al local hace un par de años, en el que buscó dar un giro moderno, sumando recursos de comunicación estratégica a partir de su formación como periodista.

Fue su abuelo, Ángel Palomera Pérez, llegó el siglo pasado desde España y abrió Punto Color en 1962. Con el paso del tiempo sus hijos, Pilar y Fernando, se hicieron cargo del negocio.

Según Paulina, lo que marca la diferencia en esta empresa familiar es la atención. “Las vendedoras, como llevan tanto tiempo, saben mucho de lana, de hilado, de tejido. Entonces, le entregan a cada cliente un servicio. Las y los aconsejan, saben qué necesita el cliente, les pueden ofrecer productos más a la medida de lo que buscan. Por ejemplo, para Eli este fue su primer trabajo, partió cerca de los 20 años y ahora tiene 60 y tantos… lleva toda la vida con nosotros. De las demás (integrantes del personal), las que llevan menos deben llevar 20 años trabajando con nosotros”, cuenta.

Reinvención

La crisis sanitaria del Covid 19 marcó un antes y un después para Lanas Punto Color, como para muchos emprendimientos. Eso sí, la renovación de la tienda llegó para quedarse y hoy se alzan como un referente en esta actividad económica penquista.

“La pandemia fue lo que nos hizo darnos cuenta que necesitábamos tener despacho a domicilio, sobre todo también porque ha ido creciendo el Gran Concepción y a la gente se le hace un poco más difícil venir al centro. Otra cosa que nos pedían los clientes era tener un lugar donde aprender nuevas técnicas. En Concepción no hay muchos lugares donde puedas hacer un taller de tejido, de crochet o macramé, así que todo esto ha tenido que ver con la necesidad de los clientes y también la de nosotros de seguir vigentes y prestar los mismos servicios que prestan las otras grandes empresas”, relata Paulina Palomera.

Así, nacieron diversos talleres que imparten en torno al tejido circular, a crochet, trapillo y telares mapuches, entre otros, que varían entre una y cuatro sesiones, y se realizan en las mismas dependencias de la empresa ubicada en Lincoyán, entre O’Higgins y Barros Arana.

Son 10 personas las que llevan a cabo las clases durante la semana en horarios posteriores al de oficina y los fines de semana. Tanto por redes sociales como de manera presencial se pueden inscribir los alumnos en un máximo de ocho por taller, con objetivo de generar una personalización en el aprendizaje.

Proyección

Por otro lado, un aspecto que destacan desde Punto Color es el crecimiento en el público objetivo, donde aumentaron las ventas hacia personas jóvenes e incluso varones, a pesar del estigma femenino del rubro.

“Ahora hay hartos hombres que se dedican al bordado o están tejiendo, ha sido súper interesante ver el aumento del público joven y ver también el aumento del público masculino. También hay hombres que vienen a los talleres, a pesar de lo que pensamos cuando los comenzamos”, señala Paulina.

“Nos ha seguido yendo bien, sobre todo en esta época fuerte que va entre marzo y octubre. Tenemos muchas clientas que vienen hace años y otras nuevas. Siento que la pandemia quizás nos favoreció un poco porque la gente que no hacía manualidades, no sabía técnica, se dio un vuelco y ahora sí hacen cosas. Pero yo creo que lo que nos hace seguir estando acá es 100% la lealtad que tenemos de los clientes: hay gente que nos sigue comprando sin importar que, de repente, hay otras marcas que nacen en Concepción”, valora.

Asimismo, el slow fashion o moda ecológica los deja bien posicionados de cara al futuro, con una comunidad que opta cada vez más por preferir alternativas de calidad en el comercio textil. “Acá la gente y las empresas pueden obtener la materia prima, tienen todo lo que necesitan para la confección de ropa de calidad y duradera”.

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