Un grupo de 50 emprendedores fue capacitado para vincularse con empresas tradicionales.
El Programa Bío Bío Naranja llegó a su fin. Ayer se realizó un seminario internacional en el cual participaron destacados expositores: Fernando Cartes, conocido diseñador gráfico, también master of Digital Business del IED de Barcelona y fundador de la Agencia Valiente; Francisco del Despósito, de la misma área, magister en Comunicación Estratégica; y la reconocida Anabella Rondina, diseñadora industrial , especialista en gestión, quien ejerce como subsecretaria de Planificación de la Facultad de Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Esta última, antes de dictar cátedra ante 50 emprendedores que fueron capacitados para vincularse con las empresas tradicionales, hizo un llamado a que este sea el camino para crecer como región y país.
– Entiendo que tuvo un rol fundamental detrás de este programa orientado a un concepto que aún es desconocido para algunos.
– La Economía Naranja, las industrias creativas tienen muchas facetas. Me parece que hay montón de capacitaciones que se pueden hacer para que se vinculen con diferentes sectores productivos tradicionales. Creo que en Concepción hay diversos rubros industriales que se mantienen en un perfil más tradicional que a través de la innovación podrían ofrecer mucho mejor sus productos y servicios.
– ¿Cómo enganchar al mundo empresarial para que se conecte con el mundo creativo, mirando la innovación? Ese es el gran tema.
– Sí, es el gran tema. Bueno, trabajé 14 años en el Centro Metropolitano de Diseño de la Universidad de Buenos Aires y ahí trabajamos mucho en lo que se llama operaciones de cadenas de valor para facilitar la conexión entre los diseñadores, los empresarios y demás. Hay mucho recelo. Creo que una gran parte de las falencias es que los diseñadores no sabemos comunicar cuales son las ventajas de incorporar diseño. Cuando uno tiene que trabajar con una empresa tiene que poder comunicar cuáles son las virtudes de ella, ya que ellos van a invertir, van a arriesgar su capital. Entonces, el diseñador tiene que estar preparado para garantizar que habrá algún retorno.
– ¿ Cuáles son las herramientas que se transfirió?
– Transferí el conocimiento del programa. Trabajé con el equipo de Irade para traspasar la metodología y pudieran adaptarla, porque cada región es distinta y en cada país hay características distintas. Lo que hicimos era adaptarlo para que funcionara en Concepción.
– ¿Y cómo funcionó?
– Muy bien, pero también hubo dificultades como las que tu dijiste, de cómo convencer a las empresas tradicionales de innovar. También es cierto que es más fácil hablar de innovación que de diseño, como que a una empresa le dices: ¿quieres tener calidad?, ninguna te dirá que no. Entonces, si tu dices: ¿por qué no tiene diseño?, comienzan las dudas y no se entiende muy bien, porque en parte los diseñadores no somos muy claro sobre qué entregamos. Entonces, si somos más concretos, de qué valor agregado entregamos, de cuándo lo vamos a entregar, entonces, es mejor que hablar de algo intangible, porque la empresa no lo entendería. Cuando se contrata un diseñador, este tiene que tener claro qué va a entregar. Entonces, este programa pone un orden en las consultorías, que se harán en tantas etapas, que en algún momento va a pasar esto u otro. Se debe afianzar la vinculación del diseñador y la compañía para poder hacer cualquier acción. Y pasa que para esto la empresa tiene que abrir mucha información estratégica y ahí está el problema. Tiene que haber una relación de confianza para que se puedan ver los puntos débiles. Y no siempre la consultoría implica hacer una revolución. Me parece que con las empresas tradicionales hay que ir a un cierto paso para que al ceder información estratégica se puedan hacer procesos de mejoras.
– ¿Un ejemplo concreto que tu destaques?
– En Argentina tuvimos una empresa de equipamiento médico. Uno se pregunta: ¿qué relación tiene con el diseño? Y tiene toda la relación. Lo que pasa es que a veces tenemos una imagen del diseño que es creativa, loca, de un proceso más artístico. En este caso, el estudio de diseño y la empresa trabajaron en conjunto, y mejoraron la calidad de productos de tal manera que ahora se pueden exportar mucho mejor.