Luego de ser una de las piezas claves en el título chileno de los recientes Bolivarianos, el joven exponente busca dar el salto a Europa.
Uno de los mejores desempeños del Team Chile en los recientes Juegos Bolivarianos de Valledupar 2022 corrió por cuenta del balonmano masculino, que en una brillante actuación conquistó el oro tras derrotar al local Colombia en la final.
Un partido donde, como en todo el torneo, destacó el rendimiento de Nicolás Romero Iubini, máximo anotador y figura preponderante para el título chileno. Único exponente de Biobío en la selección junto al experimentado penquista, Sebastián Pavez, lo de ‘Nico’ fue una grata sorpresa, considerando que a sus 22 años era recién el segundo campeonato que jugaba en la categoría adulta con la ‘Roja’.
Un factor que no lo achicó, al punto de convertirse en la gran revelación del certamen en un camino que para él recién inicia y que espera lo lleve a las más grandes instancias internacionales.
Nacido en Curanilahue, Nicolás Romero vivió su niñez en Tirúa, aunque fue en Cañete donde llegó al balonmano de la mano del profesor Rolando Salazar, en el Liceo Gabriela Mistral. “Yo hacía hartos deportes y un día el ‘profe’ me invitó a una gira de handbol. No tenía idea cómo jugar, aprendí en el torneo viendo a los demás”, reconoce.
El deporte le gustó de inmediato, se inscribió en la academia de Cañete y llegaron las primeras nominaciones regionales. Pero quería más y habló con el seleccionador nacional juvenil, Pablo Núñez, para entrenar en Santiago. El único requisito era la constancia y Nicolás respondió. Empezó a viajar todos los miércoles a la capital, y se volvía los sábados en la noche. Quedaba un año para el Panamericano Juvenil, que era su gran objetivo.
“Me di cuenta que mis compañeros estaban a otro nivel, yo era el más malo de la selección y eso que entrenaba en el mismo volumen que ellos. Entendí que debía entrenar más, le dije a mi mamá que quería irme a vivir a Santiago para representar a mi país”, relata.
Su madre lo apoyó, era el 2019, tenía apenas 17 años y dio el salto. “Empecé arrendando una pieza y me puse a entrenar en doble turno. En las mañanas, mientras los otros estaban en clases, yo practicaba en el CAR junto a un arquero amigo. Solo así pude ponerme a la par de mis compañeros”, detalla.
Antes de la pandemia alcanzó a jugar el Panamericano Juvenil en Brasil y después el mundial de la categoría, mientras que el año pasado disputó los Panamericanos Junior de Cali. Eso le abrió las puertas de la ‘Roja’ adulta con la que hizo su debut en el Centro Sur de Recife, este año, logrando el bronce y la clasificación al Mundial 2023.
Así llegaron los Juegos Bolivarianos, donde Nicolás demostró todo su avance convirtiéndose en titular inamovible en su puesto de extremo y a la postre, elemento fundamental para el título, anotando siete goles en la final por el oro.
“Fue una experiencia bonita, porque había harto compañerismo, pese a que varios juegan en el extranjero. En lo deportivo fuimos de menos a más, partimos bajos porque la altura nos ahogaba, pero terminamos adaptándonos. Fuimos con el objetivo de campeonar, queríamos el oro sí o sí y creo que eso nos hizo ganar”, asegura.
“En lo personal partí bien, hubo un partido donde flaqueé un poco y me hizo dudar, pero gracias a mis compañeros terminé muy bien y pude aportar bastante”, añade.
Con esa confianza a cuestas, ya se prepara con la ‘Roja’ para disputar los Odesur en octubre y el Mundial de Hungría, en enero. Y en el intertanto, está gestionando la opción de ir a jugar a España, país donde el año pasado ya vistió la camiseta del Balonmano Cuatro Valles, en la Primera Nacional (3ª división). “Fue una experiencia inmensa, tengo ganas de repetirla. Anduve muy bien, hice hartos goles y no seguí porque se me venció la visa, aunque querían que me quedara. Siento que puedo jugar una división más arriba, ojalá se dé”, sentencia.