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Cambió patadas en un tatami por la pasión de la pelota

Cinturón negro de taekwondo, la alumna del Colegio San Ignacio terminó inclinándose por el fútbol, donde es la actual capitana de su selección, con la que ya levantó un título en el torneo escolar. Su rendimiento la tiene en el club UdeC, donde espera dar el salto a un ‘grande’.

Por: Samuel Esparza 22 de Marzo 2021
Fotografía: Cedida

En su casa siempre se ‘respiró’ fútbol. Desde niña, la tónica para Emilia Sepúlveda (17) era andar con la pelota bajo el brazo a instancias de su padre, futbolista fanático que supo brillar en el barrio con los colores del CD José Victorino Lastarria y posteriormente, en su época universitaria, como seleccionado de la Universidad de Concepción.

De ahí que jugar todas las tardes junto a sus amigos del Portal San Pedro fuera habitual, la única niña entre un grupo de entusiastas pequeños tras una pelota. “Nunca tuve problemas por jugar entre hombres, aunque no faltaba quien mirara raro. Lo bueno es que siempre tuve apoyo de mis papás y de los mismos amigos, me invitaban a jugar y no les importaba que fuera mujer, tampoco había miramientos así es que tenía que jugar con harta fuerza nomás”, recuerda entre risas.

No pasó mucho para que llevara esa afición a su colegio San Ignacio, donde cada recreo era sinónimo de ‘pichangas’ con los diferentes cursos. “Estaba en tercero básico y con suerte éramos tres niñas que jugábamos, hice de arquera hasta delantera”, comenta.

Cambiando de patadas

Claro, lo que Emilia no imaginó a esa altura fue que lo que partió como un hobbie, se convertiría en una pasión que la haría dejar de lado el deporte de toda su vida.

“Practiqué taekwondo por 14 años en la academia TaeGym de la profesora Viviana de la Rosa, llegando a cinturón negro, incluso en 2016 fui tercera nacional en una competencia realizada en Santiago. Dedicaba mucho tiempo al taekwondo, entrenaba todos los días, pero finalmente me decidí por el fútbol porque en el taekwondo sentí que estaba estancada, sólo entrenaba. Vi que tenía harto potencial en el fútbol y a mí me gusta crecer deportivamente, así es que me incliné por la pelota”, detalla.

Varios años debió esperar, eso sí, para que por fin se armara el taller de fútbol femenino en su colegio, que desembocó en la selección del San Ignacio que comenzó a participar en el campeonato Adicpa. Y aunque el inicio fue todo menos fácil, no pasó mucho para que el flamante equipo comenzará a destacar en el circuito escolar.

“Yo estaba en octavo cuando comenzamos a jugar el torneo y en el inicio los resultados eran malísimos, perder y perder. Eso hasta que llegó la profesora Paula Andrade, quien cambió todo el panorama, con ella comenzamos a definirnos como equipo, tanto desde lo grupal hasta lo táctico”, relata.

Así fue como, de perder siempre, pasaron a empatar y, de vez en cuando, ganar. “Fue cosa de tiempo para ver la evolución, nos empezamos a comprometer, entrenamos más y aprendimos mucho, además que nuestra profesora nos entregó una mística súper especial; la cosas empezaron a salir por fin”, añade.

De ser uno de los peores equipos del circuito, en un abrir y cerrar de ojos llegó el gran premio para el equipo de Emilia, protagonista del primer título de Adicpa del colegio donde aportó como fiera volante.

“Estaba en segundo medio cuando salimos campeonas, dos años pasaron para que fuéramos las mejores. Le pusimos mucha garra, la ‘profe’ Paula nos inculcó que en cada partido hay que entregarse al 100 por ciento, y todas cumplimos un rol fundamental. Dentro de ese grupo siempre me sentí importante”, sostiene la jugadora que se define como una luchadora. “No me guardo nada, voy fuerte al balón y si tengo que recorrer la cancha entera no tengo problemas. Lo mío es la fuerza, aunque igual estoy trabajando harto la técnica”, explica.

Un segundo lugar nacional en el campeonato de la Red Educacional Ignaciana, se unió a los logros del equipo a que ya se había ganado el respeto de todos.

A esa altura, Emilia ya tenía la motivación suficiente para atreverse a dar el salto en uno de los clubes con mayor nivel en el fútbol femenino regional. “Mis compañeros fueron muy apañadores, siempre me decían que me probara en algún club, hasta que me decidí y opté por la Universidad de Concepción. Entré el 2019, fui a entrenar y quedé de inmediato, ha sido una experiencia tremenda”, resalta.

Hoy, en su último año en la enseñanza media, traza las líneas de lo que espera sea su futuro, siempre ligado al fútbol. “Trato ante todo de ser realista y en estos momentos es difícil vivir del fútbol en Chile. Pero igual tengo el sueño de poder jugar en un equipo grande como la U, Colo Colo o el ‘Chago’ Morning o incluso en el extranjero. Sé que recién cumpliré dos años en un club y que es difícil, pero por eso estoy trabajando duro para lograrlo”, dice.

Fanática de la seleccionada Francisca Lara, Emilia deja un mensaje a las niñas que quieran jugar fútbol. “Le diría que, si realmente les gusta, se atrevan con el fútbol, que no dejen de perseguir sus sueños. El fútbol femenino chileno ha crecido mucho, ver el torneo por televisión abierta significó valorar el trabajo que hacemos todas. Aun no tenemos las mismas condiciones que los hombres, pero esa debe ser la meta y mientras más seamos, más posible será”.

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