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Vóleibol UdeC ’93: Bajó a los grandes de la capital y se quedó con un campeonato histórico

En 1993, en Arica, el Campanil se quedó con el máximo título universitario. Un triunfo que vino a cerrar un proceso de varios años.

Por: Ricardo Cárcamo 15 de Mayo 2020
Fotografía: UdeC

“Siempre lo he dicho, en todos lados. Mi época más linda fue en la UdeC, esos 14 años fueron maravillosos, y soy lo que soy por los jugadores que he tenido”. Las palabras son de Cristian Hernández, quien fue entrenador del vóleibol del Campanil por un largo tiempo. Y en ese periodo, que comenzó en 1989, sin dudas uno de sus logros más importantes llegó cuatro temporadas después, cuando logró ganar el título nacional universitario masculino.

Fue un logro inédito para una universidad de provincia. Hasta ese momento todos los nacionales los habían ganado universidades de Santiago. Tomé el equipo cuando aún no me titulaba, en mi último año de Educación Física, y mis compañeros pasaron a ser mis dirigidos. Estudié mucho, me obsesioné con la excelencia, la preparación física, y mis planteles sufrieron con mis ideas. Las rutinas eran extenuantes, quería ganar”, dijo.

Al respecto, agregó que “los primero años nos fue mal, nos eliminaban en la primera fase del nacional, y tras la tercera desilusión me iba a retirar. Pensé que yo ea la piedra de tope, pues los jugadores entrenaban muy bien, a veces doble turno y creía que el problema era yo. El capitán me habló, y me dijo que el camino al éxito era así, y que los rivales eran mejores, con más seleccionados”.

Contra todos

Tras ganar un torneo preparatorio, que organizó un exalumno UdeC, el equipo llegaba en buen pie al nacional. “Nos quedamos en un hotel de lujo, con muchas comodidades. Ahí, el torneo lo disputaban ocho equipos, en dos grupos de cuatro y los dos primeros de cada zona accedían a semifinales. En la reunión técnica, recuerdo que nos dijeron que quienes quedaban fuera debían dejar el hotel el miércoles, y el entrenador de la U. de Chile aseguró que ‘tenemos un buen plantel, y sacamos pasajes para volver el sábado’. Eso personalmente lo encontré muy agrandado, me cayó mal y se lo conté a los jugadores, pues nuestro primer partido era contra ellos”, recordó Hernández.

Sin embargo, cayeron por 3-1. “Fue una desilusión terrible. Nos juntamos y les dije ‘vamos a ganarle a Antofagasta, a la U. Metropolitana y nos volveremos a topar en la final’. Lo cumplimos, y la Metropolitana era el campeón vigente, no lo podían creer. Y el último partido del grupo fue la Metropolitana con la Chile y podíamos quedar los 3 equipos iguales. Sacando cuentas, gritábamos viendo el encuentro. Yo estaba anotando, y en un momento dejé de hacerlo porque estaba muy nervioso. La Metropolitana le ganó 3-1 a la Chile, quedamos igualados en puntaje, en diferencia de sets, y había que ir a la diferencia de puntos. Pasamos primeros con +3, la Metropolitana con 0 y la Chile con -1 quedó fuera”, dijo el DT.

En semifinales, se midieron con la U. de La Frontera de Temuco. “Les ganamos con claridad, y en la final nos medimos otra vez con la Metropolitana. Por el partido de la fase de grupos, venían con una sangre en el ojo terrible. En esos años, se jugaba con rotación, y nos ganaron el primer set 15-1. Entraron a matarnos. El segundo set lo perdimos 15-9, y ahí los reté en serio: los traté de ratones, que como era posible que nos dieran esa paliza. Todo el mundo escuchó, y la mayoría estaba con nosotros. Siempre el público alentaba al equipo de provincia”.

Hernández logró convencer a sus jugadores, que terminaron dando vuelta el marcador. “El tercer set lo ganamos 16-14, con puntos de partido en contra, y el cuarto 15-7. En el quinto, fue 15-12. Para mí fue un desahogo muy grande, había hecho trabajar tanto a esos chiquillos, llevándolos al límite, pues para ganar a un equipo de Santiago era casi imposible, tenían más altura y más ritmo de competencia, con seleccionados nacionales. Fue el broche de oro para un proceso de 4 años, de trabajo muy intenso”.

Pese al paso del tiempo, el entrenador recordó a quienes formaban ese plantel. “Estaban Francisco Araya, Mauro Beltrán, Alexis Valenzuela, David Orellana, Claudio Díaz, Aldo Quiero, Marcelo López, Gastón Zúñiga, Rodrigo Herrera y Orlando Torres. Mi asistente técnico era Víctor Méndez”.

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