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Emblemas que del barro y grietas se levantaron para dar alegrías al deporte

El Morro, La Tortuga y el gimnasio Digeder fueron los tres espacios deportivos más dañados post terremoto y tsunami. Escombros y ratones hacían creer que estaba todo perdido, pero recintos llenos de historia fueron restaurados en base a lucha y espíritu.

Por: Carlos Campos 23 de Febrero 2020
Fotografía: Carolina Echagüe M.

“El mar salió con fuerza, entró con todo en la cancha y alcanzó metro y medio de altura. El arco norte quedó en la mitad de la cancha”. El relato es de Héctor Espinoza. Conocido por sus más cercanos como “Chavo”, el actual cuidador del estadio El Morro fue testigo del tsunami que destruyó casi por completo un recinto histórico para Bío Bío y en el que jugó, incluso, el astro Pelé.

Sólo 45 metros separan al mar del estadio, razón suficiente para dimensionar la gran magnitud que provocó el maremoto sólo un par de minutos después del 8,8 que sacudió a la zona. “Vivo cerca del estadio y cuando fui a buscar a mis suegros, nos pilló el tsunami frente al mismo recinto. El mar entró por el sector norte, el pasto murió al tiro, igual que las rejas y la tribuna se partió al medio. Fue deprimente, se venían encima los recuerdos en esa cancha, en la que estuve desde los 12 años”, repasó el “Chavo”.

Dos años y medio post tragedia, El Morro abrió nuevamente sus puertas para recibir un duelo oficial. Naval y San Marcos igualaron 1-1 el 19 de agosto de 2012 ante mil personas, pero sólo un mes después de recibir toda la furia del mar, la cancha sirvió de albergue para damnificados. “Entre la armada, más gestiones internacionales, enviaron carpas y camas de campaña. La cancha se limpió y así sirvió para cobijar a las familias de la Caleta El Morro. Tuvimos que enderezar el arco y empujarlo con un auto, si salió de su lugar con cemento y todo incluido. Esperemos que se vuelva a usar en realidad para Naval, porque Talcahuano está perdiendo esa identidad”, cerró el “Chavo”, testigo de un momento tan triste como histórico.

Oculto

Pocos saben que a media cuadra de Plaza Independencia, hay un gran espacio subterráneo que estuvo en total abandono por casi 10 años. El gimnasio Digeder fue, por largo rato, un lugar dedicado a la práctica deportiva, pero tras el terremoto quedó con daños que recién han sido reparados los últimos meses, y no por el gobierno, sino que por Fernández Vial, club que logró la concesión de un lugar que pertenecía a Bienes Nacionales y del que nadie quiso hacerse cargo. “Encontramos este espacio en malas condiciones. Habían plagas de ratones, problemas eléctricos, filtraciones de agua, muchos escombros y un montón de grietas post 27/F. Ahora podemos decir, con orgullo, que estamos ad portas de reinaugurarlo”, sostuvo Cristian Navarrete, a cargo de la restauración de un recinto que pretenden tener listo el 15 de marzo.

Pero la labor de la corporación aurinegra va más allá de recuperar un espacio para la práctica deportiva solamente del club. “La idea es abrirnos a la comunidad. Buscamos desarrollar talleres con el Sename. Este es un punto de reunión que buscamos recuperar. La idea, también, será hacer un museo acá, ya que tenemos mucho patrimonio tangible. El espíritu de lucha y pundonor del club está acá. Partimos simplemente haciendo aseo y ya estamos terminando el gimnasio, con muy modernas luminarias y una restauración del piso flotante. Encontramos siniestrado este inmueble y en total abandono”, sentenció Navarrete, sobre un recinto en el que, además, pintarán murales con la historia del club.

Un emblema

Y si de enormes infraestructuras se trata, La Tortuga de Talcahuano es otro recinto que sufrió con el tsunami posterior al 8,8. Su remodelación tardó mucho más, pero valió la pena para, incluso, ser sede de una Copa Davis en 2015. “La madrugada del 27/F, era muy desolador el aspecto de La Tortuga, que ha sido siempre un recinto histórico, que tiene un componente emocional gigante. Hubo mucha resiliencia para sacar adelante este recinto, ya que estuvo destrozado, con cinco metros de agua y barro”, dijo Gastón Saavedra, alcalde de la comuna en ese momento.

Foto | Isidoro Valenzuela M.

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